Ocho adolescentes que pastoreaban sus ovejas en los campos nevados de Afganistán fueron exterminados la semana pasada en un ataque aéreo de la OTAN en el distrito de Najrab, provincia de Kapisa, al este del país. La mayoría de los niños tenían entre 6 y 14 años de edad y habían buscado refugio cerca de una gran roca, donde hicieron una fogata para resguardarse del frío. En un principio, los oficiales de la OTAN afirmaron que se trataba de hombres armados. El gobierno afgano condenó el ataque y publicó fotos de algunas de las víctimas. El miércoles la OTAN expresó en un comunicado de prensa "sus sentidas condolencias a los familiares y allegados de varios adolescentes afganos que murieron durante el ataque aéreo el 8 de febrero en la provincia de Kapisa".
Los ocho niños asesinados no diferían mucho en edad del soldado Osbrany Montes de Oca que tenía 20 años, era de North Arlington, Nueva Jersey y murió en combate dos días después, el 10 de febrero en la provincia de Helmand en Afganistán. Estas nueve jóvenes vidas perdidas constituyen el incidente más reciente de la guerra más larga en la historia de Estados Unidos, una guerra que, según un valiente oficial del Ejército estadounidense que ha denunciado a dicha institución, se está perpetuando mediante “un patrón de engaño abierto y sustancial” por parte de “varios líderes militares estadounidenses de alto rango en Afganistán”.
Esas son las palabras escritas por el teniente coronel Danny Davis en su informe de 84 páginas denominado “Abandono de funciones II: La pérdida de integridad de los líderes militares de alto rango daña el esfuerzo de la guerra en Afganistán”. La revista Rolling Stone obtuvo un borrador de dicho informe de fecha 27 de enero de 2012, pero la oficina de Asuntos Públicos del Ejército de Estados Unidos no aprobó su publicación, a pesar de que Davis señala que los contenidos no son secretos. El teniente coronel presentó una versión confidencial a los miembros del Congreso. Davis es un veterano de guerra que cumple funciones en el Ejército desde hace 17 años. Tiene en su haber cuatro expediciones de combate, estuvo desplegado un año en Afganistán con la Fuerza de Equipamiento Rápido del Ejército (REF, por sus siglas en inglés) y recorrió más de 14.000 km a través de los sectores más operativos de la ocupación estadounidense, donde conoció directamente las necesidades más urgentes de los soldados.
En un artículo que escribió para la revista Armed Forces Journal (AFJ, por sus siglas en inglés) titulado “La verdad, las mentiras y Afganistán”, Davis escribió acerca de su experiencia: “Lo que vi no se parecía en nada a las floridas declaraciones oficiales de los líderes de las fuerzas estadounidenses sobre las condiciones en el campo de batalla”. Decir lo que se piensa es una conducta fuertemente desaconsejada en las fuerzas armadas de Estados Unidos, en particular si la opinión es en contra de un superior. Su informe fue publicado por el periódico New York Times y la revista Rolling Stone, cuyo periodista Michael Hastings me dijo: “La realidad es que estamos ante un veterano de guerra que estuvo 17 años en el Ejército, que fue desplegado cuatro veces (dos en Afganistán y dos en Irak) y decidió arriesgar su carrera (porque le quedan dos años y medio para jubilarse) porque siente que tiene la obligación moral de hacerlo”.
El Teniente Coronel Davis entrevistó a más de 250 personas (personal militar estadounidense y ciudadanos afganos) en su último año en la zona de guerra. Comparó sus testimonios con las proyecciones optimistas de oficiales como David Petraeus, ex director del Comando Central (CENTCOM, por sus siglas en inglés) y de las fuerzas estadounidenses en Afganistán y actual director de la CIA, que le dijo al Congreso el 15 de marzo de 2011 que “el impulso del Talibán en Afganistán ha disminuido desde 2005 en gran parte del país y se revirtió en muchas áreas importantes”.
En su artículo para la revista AFJ, Davis señala “En cambio, fui testigo de la ausencia de éxito en prácticamente todos los niveles. Los insurgentes controlaban prácticamente todas las zonas de Afganistán fuera del campo visual de las bases estadounidenses o de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad”.
Sus observaciones coinciden con la muerte de Osbrany Montes de Oca. Su novia, María Samaniego, le dijo al periódico New York Daily News que [Montes de Oca] “Estaba saliendo de la base cuando le dispararon de inmediato”.
Son casi dos mil los oficiales de las fuerzas estadounidenses muertos en Afganistán, casi la misma cantidad de civiles asesinados cada año en ese país. Nic Lee, director de la ONG independiente de Afganistán Safety Office, escribió en su informe anual de 2011: “Fue un año destacable por tratarse del año en que las fuerzas estadounidenses y de la OTAN finalmente reconocieron que es imposible ganar la guerra contra el Talibán”.
El Secretario de Defensa Leon Panetta sostuvo recientemente: “Esperamos que para el segundo semestre de 2013 podamos hacer la transición y pasar de la función de combate a la de entrenamiento, asesoramiento y asistencia”. Petraeus contradijo esta afirmación al declarar que Estados Unidos continúa comprometido a poner fin a la misión de combate para finales de 2014. Mientras tanto, salen a la luz imágenes de infantes de marina estadounidenses orinando sobre cadáveres afganos, o posando junto a la bandera nazi de la SS, y las muertes continúan. El teniente coronel Davis escribe: “Cuando tienen que decidir si continuar o no la guerra, si cambiar de objetivos o terminar una campaña que no se puede ganar a un precio razonable, nuestros oficiales de alto rango tienen la obligación de decir la pura verdad al Congreso y al pueblo estadounidense”.