María vivía muy bien, llegó la crisis y todo se hundió; ahora por lo menos trabaja como asistenta, gana quinientos euros mensuales, vive en una habitación por trescientos y hace cola para recibir una bolsa gratuita de alimentos. Juan, licenciado universitario bien colocado, perdió el trabajo, se le acabó el subsidio y también espera para que le den alimentos gratis. Rosa y Manuel tenían una pequeña empresa de construcción que funcionaba hasta que quebró; ella consiguió trabajo en una cafetería y gana 800 euros, él continúa en paro, el alquiler de la vivienda se traga el único sueldo y han de hacer cola para poder comer... Periódicamente se reparten gratis alimentos a cientos de familias de clase media con problemas en un municipio cercano a Madrid de chalés adosados, edificios con piscina y pisos de más de cien metros.
En esta crisis que es estafa, las víctimas ya no son solo trabajadores y excluidos: la clase media se ha empobrecido. En Madrid, Lisboa, Atenas, Dublín, Roma y otras ciudades; incluso en Alemania, donde más gente de la que uno imagina malvive con cuatrocientos euros en empleos de pocas horas (minijobs), como explican las crónicas desde Berlín de Rafael Poch. Pobreza, sufrimiento e incertidumbre aumentan en Europa.
Según la Red Europea de Lucha contra la Pobreza, en Madrid hay 1.400.000 personas en riesgo de exclusión (42%) y 1.000.000 (33%) por debajo del umbral de pobreza. ¿Problema local? Según la propia Unión Europea, en 2010 ya había 115 millones de personas en riesgo de pobreza y exclusión social en su territorio (más del 23% de la población), cuando en 2007 los europeos en tal situación sumaban 85 millones (17%). Antiguos y nuevos pobres están en Grecia, España e Irlanda... pero también en Francia, Alemania y Austria.
En Madrid, Atenas, Lisboa y otras ciudades se perpetran brutales recortes en educación, sanidad y servicios sociales. Verdaderas violaciones de derechos humanos de millones de personas. Recortes salvajes que condenan a la incultura, al atraso, a mayor sufrimiento, al dolor, enfermedad e incluso muerte, cuando, según el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, “ninguna crisis económica y financiera mundial disminuye la responsabilidad de los gobiernos de respetar los derechos humanos de todos”.
Y, mientras parte de la clase media en Europa se precipita en la pobreza, la banca Barclays manipulaba en su beneficio tipos de interés del mercado bancario londinense (libor) y del interbancario del euro (euríbor). SegúnThe Financial Times, conocer tales chanchullos “ha expuesto con luz implacable el corazón podrido del sistema financiero”. ¿Cuando se enterarán de una vez de que los “mercados” (inversores-especuladores) no se autorregulan jamás? Sólo les interesa ganar. Los hechos delictivos han sido acreditados por la FSA, autoridad financiera británica, mientras la prensa económica anglosajona ha señalado que no son hechos aislados, porque los mangoneos con tipos de interés solo son la punta de iceberg de un sistema problemático.
¿Sinvergüenzas aislados? ¡Por favor, son operaciones de billones de dólares! Lo que explica que grupos y empresas financieras de la City londinense hayan gastado más de 116 millones de euros en 2011 para presionar y sobornar a políticos y reguladores financieros, como han desvelado los periodistas Nick Mathiason y Maeve McClenaghan.
La manipulación a gran escala del mercado financiero le hace reconocer a The Financial Times que la podredumbre desvelada demuestra “cómo se comporta esa gente cuando nadie la vigila”. Es una lógica consecuencia de la desregulación. Cuanta mayor desregulación, más latrocinio.
Y, mientras la minoría rica sigue estafando, se impone indiscutible otra realidad: austeridad y recortes impuestos a Europa no han mejorado nada la economía real ni han calmado a los “mercados”. Paul Krugman y Joseph Stiglitz están de acuerdo en que, de insistir en la austeridad, el euro se irá al garete y las consecuencias de esa política suicida en Europa serán prolongadas y severas. Hay crisis para rato mientras se antepongan los intereses de la banca y sector financiero a los de la ciudadanía. Mientras voceros, defensores y ejecutores del capitalismo predador, suicida e injusto se empecinan en que, aunque todo lo que han hecho y hacen consiga resultados contrarios a lo que dijeron, tenían que hacerlo porque es lo profesional. Son profesionales, sí, pero de la mentira, del engaño y de la codicia. Sin razones ni argumentos. Pero es que el capitalismo es así.