La falta de transparencia de la empresa Repsol en México es responsable del aumento de las importaciones de gas para abastecer al mercado interno. Además, los contratos entre la estatal Pemex y Repsol permiten que la empresa española realice costosas transacciones para el Estado. ¿Por qué el gobierno de México no sanciona a la compañía?
A diferencia de la expropiación que Argentina ejerció sobre gran parte del capital de Repsol sobre YPF, en México la empresa radicada en España fue beneficiada por el actual presidente Felipe Calderón, pese a las serias irregularidades en cuanto al manejo de las concesiones otorgadas, tanto en gas como en petróleo.
La empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) le otorgó a Repsol la concesión del mayor reservorio de gas de México, la Cuenca de Burgos, en 2003 durante el gobierno del presidente Vicente Fox.
No es casual que el secretario de Energía en ese entonces era el actual mandatario Calderón. El área otorgada a la empresa con sede en España, pero que el Estado español no posee ni siquiera una acción, es la llamada en la Cuenca de Burgos, entre otras. Allí tendría actualmente una enorme reserva de 1.600 millones de metros cúbicos de gas.
De acuerdo con datos de Pemex, la producción de gas, que deberían ser utilizada para consumo interno, pero en los pozos asignados a Repsol descendió desde 43 millones de metros cúbicos en 2009 a 38 millones en 2011.
Repsol y la transparencia
Luego, en 2007, durante la presidencia de Calderón, Repsol firmó un contrato con la empresa estatal Comisión Federal de Electricidad (CFE) para proveer de gas licuado a sus plantas de las zonas centro y oeste de México.
Pero el volumen de gas que Repsol transporta, lo hace desde la planta de licuefacción de Camisea, que pertenece a la misma empresa y se encuentra en el sur de Perú.
En 2008, Repsol fue expulsada de Argelia por irregularidades, aunque algunos analistas sostienen que el presidente Nicolas Sarkozy presionó para que las empresas francesas ocuparan su lugar.
En ese momento, la filial peruana de Repsol vendió gas natural por 6 mil millones de dólares a la matriz de la propia compañía, que a su vez lo trianguló hacia México para honrar el contrato con CFE. El precio fue de 21 mil millones de dólares, lo que conforma una ganancia de 15 mil millones de dólares.
La alianza de Calderón con la empresa española no sólo quedó evidenciada con el rechazo del presidente a la expropiación argentina, sino que además en agosto de 2011 el gobierno mexicano autorizó a Pemex a desembolsar casi 1.500 millones de dólares para aumentar su participación dentro de Repsol de 4,8 a 9,49 por ciento.
Este capital fresco le permitió a la empresa aumentar las exploraciones con éxito en otros puntos del planeta, con la excepción de Argentina y México.
En estos países, la compañía se dedico a explotar los pozos ya existentes y a evitar invertir en costosas búsquedas, lo que produce con el tiempo el desabastecimiento de hidrocarburos y la obligación de importarlos para mantener la producción industrial.
La Paradoja de las importaciones
Así como la presidenta argentina presentó como uno de los argumentos de la expropiación, la falta de exploración, que llevó en gran parte al país a aumentar la dependencia energética del exterior, en México sucedió algo similar.
Datos de la misma Pemex indican que las importaciones de gas crecieron de 12,7 millones de metros cúbicos diarios en 2006 a 22,4 millones en 2011 y se prevé que este año llegarán a 56 millones.
En un país rico en gas y petróleo como México y en el que el contrato de la voluminosa Cuenca de Burgos se establece que los recursos se destinarán para abastecer el consumo interno y para la exportación, no es lógico que aumenten las exportaciones en materia energética.
Sin embargo, sucede todo lo contrario, mientras Calderón continúa defendiendo públicamente los intereses de Repsol en Argentina.
El presidente mexicano ya había intentado una privatización encubierta de Pemex en 2008 con la excusa de que el Estado no tenía los recursos suficientes para atender a todas las cadenas de producción: exploración, extracción, refinamiento y transporte.
Aunque este argumento sea válido, el Estado es el que debe otorgar y controlar las concesiones a las empresas que cumplan con toda o parte de la cadena de producción de hidrocarburos. Sin embargo, Calderón nunca mencionó que socios como Repsol eran los que provocaban una merma en la producción y un costoso aumento de las importaciones de gas en un país tradicionalmente exportador.