Francisco es un joven español, licenciado universitario. Emigró a Alemania y encontró empleo en una empresa de mudanzas con un contrato minijob, jornadas laborales inacabables cargando muebles y un salario corto; cambió a un restaurante de comida italiana en un centro comercial; es menos cansado, pero ahora gana la mitad sin contrato ni seguro médico. Hay muchos Franciscos, porque en Alemania también hay paro, trabajo precario y salarios de porquería.
La situación es hoy peor que hace cinco años. Lo aseguran los datos y lo dice Stiglitz, Nobel de economía, quien añade que, de no abandonarse la austeridad, no hay luz al final del túnel. También asegura que la Unión Europea y Alemania dinamitan el futuro del sur de Europa. Pero Merkel, inasequible al desaliento, proclama que Europa necesita cinco años más de austeridad y se empecina en que rebajar el déficit es el único medio para salir de la crisis. E insta a aplicar de modo implacable reformas y ajustes. Es decir, que los gobiernos continúen precipitando a millones de ciudadanos al paro, pobreza e incertidumbre.
¿Cual es la razón de esa inflexibilidad alemana? Quien fuera ministro de Asuntos Exteriores de la república federal, Joschka Fischer, escribió que Alemania se destruyó a sí misma y a Europa dos veces en el siglo XX, y teme que la Alemania reunificada (con el apoyo incondicional de los países europeos) provoque hoy la ruina del continente. Según el profesorYanis Varoufakis, la razón primordial de la implacable imposición de austeridad por Alemania es “el lamentable estado de los bancos alemanes y la decisión del gobierno alemán de no permitir nada que desvele la precaria situación de sus bancos”.
Varoufakis insiste en que el imposible dilema creado es cómo conseguir que las deudas públicas no hundan el sur europeo (deudor de Alemania) sin descubrir los grandes agujeros negros de la banca alemana.
Por eso el gobierno de Merkel empuja al abismo a Portugal, Grecia, España e Italia. Pero, lejos de resolver sus problemas bancarios, también Alemania paga la factura de la austeridad. Cuenta el profesor Michael Krätke que, en 2011, aflojó el ritmo de exportación alemana por la fuerte caída de exportaciones a Grecia y Portugal y que 2012 es aún peor. Las exportaciones alemanas a Europa retroceden sin excepción, pero Alemania, dice Krätke, se tranquiliza diciéndose que las exportaciones con futuro son hacia China, India, Brasil, Rusia y Turquía. Tal vez, pero también el crecimiento se frena en esos países, bajan los precios de materias primas y la actividad económica de los países emergentes (siendo mejor que la de Europa) no es tan boyante como antes.
Y, además, sabemos que en Alemania no es oro todo lo que reluce. Es recomendable leer las crónicas del corresponsal en Berlín, Rafael Poch, localizables en la Red poniendo su nombre en Google. Poch desvela que el desempleo oficial no es real, porque no se cuentan parados mayores de 58 años, ni trabajadores en paro que asisten a cursillos de formación, ni desempleados que utilizan agencias privadas de colocación para buscar trabajo... Si las cifras de paro incluyeran a esos desempleados, los parados en Alemania serían muy superiores a los 7 millones como máximo reconocidos. Hay que añadirles además un 22% de trabajadores con empleos precarios y salarios muy bajos por la progresiva implantación de minijobs con un salario máximo de 400 euros mensuales.
La austeridad precipita a Europa al abismo; es solo cuestión de tiempo. O se sustituye austeridad por estímulo y crecimiento. Pero, como recuerda Yanis Varoufakis, no a cualquier precio ni cualquier crecimiento. Es fundamental crecer en sectores que generan servicios y bienes positivos que la humanidad necesita de verdad y decrecer profundamente en sectores que hacen la vida sucia, brutal y corta; desde contaminantes físicos, hasta burbujas inmobiliarias (u otras) y productos financieros tóxicos y tramposos.
Además, como dice Ángeles García, mujer socialista, poeta de 94 años, y superviviente de las “Trece rosas” (muchachas fusiladas por la dictadura franquista): “Nos lo quitan todo: hay que salir a la calle, hay que moverse”.
Porque son tiempos de desobediencia civil. Por los derechos de todos.