La reciente cumbre de emergencia convocada por el Rey Abdalá, de Arabia Saudita, la Conferencia de Cooperación Islámica (OIC, por sus siglas en inglés), de 57 países con 1,600 millones de feligreses, como la cumbre del renovado Movimiento de los No Alineados (MNA: 120 países de 193 de la ONU), originaron un común denominador activando la dinámica global hacia el nuevo orden multipolar: pro BRICS y en detrimento de Estados Unidos, Israel, Reino Unido y OTAN.
Empieza a esbozarse un atractivo nuevo orden regional: un grupo de contacto cuadripartita (Arabia Saudita, Egipto, Irán y Turquía), diseñado para zanjar el contencioso sirio a propuesta del presidente egipcio Mohamed Morsi, quien sacudió la geoestrategia global en tres semanas a nivel local (su golpe de Estado suave contra la junta militar), a nivel regional (su alianza estratégica con Irán) y a nivel global (su visita a China).
La complejidad del gran Medio Oriente, determina que el MNA pasa de su fase de la guerra fría de los no alineados a la de no alienados del incipiente nuevo orden multipolar, y su cumbre celebrada en Teherán, le desplaza el centro de gravedad geopolítico. Irán toma la presidencia del MNA de Egipto, por tres años, la cual entregará a Venezuela.
Irán propuso formar un grupo de contacto para Siria integrado por Egipto, Irán y Venezuela (tres presidencias consecutivas del MNA) con otros dos países árabes regionales: Líbano e Irak, adhiere a dos países chiíta árabe: Líbano (donde gobierna Hezbolá en coalición con sus otros aliados) y el gobierno iraquí.
Nada es definitivo en las acciones que libra Irán para defender su bastión estratégico sirio, hoy muy vulnerable frente al acoso de la OTAN, Turquía, Arabia Saudita y Qatar, los próximos movimientos dependerán de las reacciones de los ejecutantes.
Los grupos de contacto recetados por Egipto, en sus formatos cuatripartita durante las cumbres (OIC) en Arabia Saudita y pentapartita de Irán (MNA) en Teherán, respectivamente, no están alejados: Siria debe preservar su soberanía sin interferencia foránea y con negociaciones entre el gobierno y la oposición.
En ambos casos, ello está cimentado en la estratégica alianza Irán-Egipto con probable beneplácito de los BRICS, específicamente de Rusia (del lado iraní) y de China (del lado egipcio).
La cumbre MNA y de la alianza estratégica Irán-Egipto, revela que lo fundamental subyace en la defensa del inalienable “Principio de la Soberanía” en el que convergen China, Egipto, Rusia e Irán, algo más importante que la persona misma de Bashar Assad. Las posiciones de Turquía, Arabia Saudita y Qatar, perdieron su eficacia con Egipto en la ecuación geopolítica medio oriental, donde es factible que al final emerja una fórmula intermedia.
Estos hechos no son casuales, un inesperado personaje irrumpió en la escena medio oriental pisando fuerte y con potente voz en nombre de un país de quien no se esperaba tal giro: es Mohamed Morsi, presidente de Egipto, en ejercicio desde el 30 de junio, capaz en dos meses de cambiar el paso a todos, al ejército dentro de su país, y a los aliados de los últimos 30 años, Estados Unidos e Israel, en la escena internacional.
Morsi ambiciona restituir a Egipto el peso internacional que tenía antes del estancamiento de la parálisis del régimen de Mubarak, aprovechando las transformaciones mundiales, buscando una nueva proyección para su país y para sí mismo. Su muy audaz evolución, obliga a los actores regionales foráneos con su mecenas estadounidense, aun a la ofensiva en Siria, a replegarse a la defensiva.
Definitivamente, el contexto geográfico pesa y la proximidad de Egipto con Israel es decisiva. Por ahora, Morsi ha hecho gala de pragmatismo y mesura al proclamar la vigencia de los acuerdos de Camp David, pieza cardinal en el equilibrio de la región desde hace 34 años.
De forma enérgica, el nuevo y primer presidente civil de Egipto, jugó a ganar definitivamente la partida contra el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas. Tiene en sus manos todos los poderes, ejecutivo, legislativo e incluso el constituyente, pues controlará la redacción de la nueva carta magna. Sólo se le escapa el judicial.
Significativamente, muchos analistas han calificado la cumbre del MNA en Teherán como el giro hacia un nuevo orden mundial. Sin embargo, no es lo mismo la perspectiva desde Tel-Aviv, Londres y Washington que partiendo de Moscú, Nueva-Delhi y Pekín.
* Diplomático, jurista y politólogo