He oído en tu noticiero radial “El Despertar” y leído en tu “DiarioNica” electrónico el abordaje del ya conocido Periodismo de Catacumbas, ocurrido, según mis anotaciones en libretas, del 31 de enero al 11 de febrero de 1978, debido a la persecución sistemática y de censura de prensa que desató la dictadura somocista genocida, encabezada por Anastasio Somoza Debayle, después del asesinato vil o magnicidio del doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, entonces Director del Diario LA PRENSA, aquel 10 de enero fatídico, que terminó de encender la llamarada popular para el derrocamiento total del régimen sanguinario dinástico, fundado por Anastasio Somoza García, después de que éste y sus guardias nacionales asesinaran al General Augusto C. Sandino en febrero de 1934.
Además de algunas anotaciones breves que he rescatado, sí recuerdo muchos detalles de aquel accionar valiente y desafiante de un grupo nutrido de periodistas (hombres y mujeres) antisomocistas, o sencillamente no somocistas, que frente a la censura del régimen somocista opresor mortal, decidimos acudir a los atrios y patios de las iglesias católicas, a los recintos universitarios de la UNAN-Managua y en León, y de la Universidad Centroamericana, a los auditorios de centros laborales fabriles en Managua, en León, en Chinandega, en Estelí, en asambleas en el Diario LA PRENSA, en los locales de centrales sindicales como la CGT (i) y del Sindicato de Albañiles, Armadores y Similares; en callejones del Mercado Oriental, en reuniones clandestinas del entonces poderoso Movimiento de Trabajadores Hospitalarios, quienes ya habían protagonizado varias huelgas que pusieron nervioso al régimen somocista genocida tanto en Managua, como en León, Masaya, Granada y Chinandega, por ejemplo; acudíamos, sobre todo, a leer las noticias censuradas sobre la huelga general, sobre las represiones, torturas y encarcelamientos de opositores a la dictadura somocista; sí, íbamos a dar a conocer esas informaciones a vecindarios combativos como las Colonias Nicarao, Catorce de Septiembre, Bello Horizonte; en el Barrio Riguero, Barrio Santa Rosa, Barrio El Tempisque, OPEN-III (hoy Ciudad Sandino), en Colonia Maestro Gabriel, en la Iglesia Santa Faz del Barrio Costa Rica, en el Barrio El Edén, en la Colonia Diez de Junio, etc.
Recuerdo perfectamente esta parte del Periodismo de Catacumbas porque yo, además de periodista o reportero cotidiano y fotógrafo del Diario LA PRENSA, era Secretario General de la Asociación de Vecinos de Bello Horizonte, la cual tenía relaciones abiertas o públicas y también clandestinas, con numerosas Juntas Comunitarias de los sitios que he mencionado. Yo le daba cobertura al accionar del Periodismo de Catacumbas y al mismo tiempo iba en mi carrito Datsun 100-A, color azul, a leer las informaciones y distribuirlas entre los miembros de las Juntas Comunitarias mencionadas. También las divulgaba con altoparlantes en el Reparto Bello Horizonte.
La lucha frontal contra la dictadura somocista genocida, además del Frente Sandinista clandestino, organizaciones sindicales, empresariales, de profesionales, de campesinos, trabajadores de la salud, estudiantes universitarios, etc., la librábamos nosotros los periodistas también a través del Sindicato de Radioperiodistas de Managua, las Asociaciones de Periodistas del Norte, del Oriente, del Sur y de Occidente (León y Chinandega). Numerosos miembros del Sindicato de Radioperiodistas de Managua habían sufrido el cierre de sus noticiero por parte del coronel Alberto Luna Solórzano, jefe de Radio y Televisión, quien aplicaba el llamado “Código Negro” de la dictadura somocista.
En esos días de enero de 1978 éramos miembros y directivos del Sindicato de Radioperiodistas de Managua, entre otros recuerdo a: Manuel Eugarrios, César Cortez Téllez, Mercedes Solís Delgadillo, Maritza Cordero Ardila, Freddy Rostrán Aráuz y Pablo E. Barreto Pérez.
Recuerdo que el Sindicato de Radioperiodistas de Managua, funcionando entonces en un local chiquito, lleno de escombros, donde fue la Cruz Roja, frente al Ministerio del Trabajo, después del Terremoto de 1972, acordó que se formara un Comité de Huelga, el cual estuvo integrado por Manuel Espinoza Henríquez, Juan Alberto Henríquez, Alejandro Romero Monterrey, Ada Luz Monterrey, Lilly Soto Vásquez, Carlos García Castillo y César Cortez Téllez.
El Sindicato le confió a este Comité de Huelga que ideara, u organizara formas de vencer el cerco de la censura y persecución sistemática de la dictadura somocista contra la labor cotidiana de informar de los periodistas en todo el país, especialmente en Managua.
Esta Decisión del Sindicato de Radioperiodistas de Managua fue comunicada a los dirigentes de organizaciones populares, sindicales, empresariales, a trabajadores de la salud, a dirigentes comunales barriales, etc. Estas organizaciones manifestaron su apoyo decidido a los periodistas, y también lo hicieron, según recuerdo, las Asociaciones de Periodistas del Norte, de Oriente, de Occidente y Sur de Nicaragua, más igualmente el respaldo decidido de la “Unión de Directores de Radio y Televisión”, “Organización Nicaragüense de Publicidad”, “Asociación de Anunciantes de Nicaragua” y “Empresas Radiodifusoras de Radio y Televisión”, y la Iglesia Católica, por medio de su Curia en Managua, dirigida por el Cardenal Miguel Obando y Bravo, igualmente emitió un comunicado dándonos su respaldo para iniciar esta forma de periodismo callejero, bautizado por la misma gente como Periodismo de Catacumbas”.
La Iglesia Católica, inclusive, expresaba su admiración por el temple de lucha de los periodistas nicaragüenses en aquellos momentos durísimos para la nación nicaragüenses, pues la dictadura somocista con su Guardia Nacional, y sus 12 mil “orejas”, “soplones” y “escuadrones de la muerte”, ya habían matado a casi 50 mil ciudadanos nicaragüenses, mientras al mismo tiempo torturaban y encarcelaban a otros miles.
Espero que mis recuerdos no me traicionen, pues según lo que tengo en algunas anotaciones y guardado en mi memoria, el profesor Gustavo A. Montalbán, catedrático universitario, fue seleccionado como Jefe de Redacción por el Sindicato de Radioperiodistas de Managua, Juan Alberto Henríquez fue el encargado del Departamento de Distribución de las informaciones que recopilaban los periodistas sobre la huelga general, sobre las represiones de la Guardia Nacional, torturas, encarcelamientos, sobre las noticias censuradas, etc.; las relaciones con organizaciones sociales, sindicales u obreras, populares, comunitarias, empresariales, universitarias estuvieron a cargo de Lilly Soto Vásquez; fueron designados formalmente redactores de planta del Comité de Huelga los colegas Enrique Argüello Prado, Alberto Reyes, Ada Luz Monterrey, Manuel Espinoza Henríquez, Pablo Candia Latino y Manuel Eugarrios.
Uno de los aspectos inolvidables para la mayoría de nosotros fue el papel que jugaron el periodista Guillermo Treminio y su esposa. Treminio fue seleccionado como Tesorero del Comité de Huelga por el Sindicato de Radioperiodistas de Managua. Ambos conseguían dinero entre sindicalistas y pobladores y les llevaban la comida a los redactores formales de las noticias.
Clarisa A. Cabrera, no recuerdo si era o no periodista, era la encargada de la agilización del Banco de Noticias que suministraban los periodistas o reporteros al cuerpo de redactores de planta.
En mi caso personal, como periodista y fotógrafo del Diario LA PRENSA (además de miembro directivo del Sindicato de Radioperiodistas de Managua), le daba cobertura periodística y fotográfica a las reuniones del Sindicato nuestro y a las reuniones de sus directivos con otras organizaciones populares. Tomé centenares de fotos, unas se publicaron, otras no; la mayor parte de esas fotos se quemaron cuando la Guardia Nacional somocista bombardeó las instalaciones del Diario LA PRENSA en junio de 1979; una buena cantidad de fotos se las regalé a algunos directivos del Sindicato, de las cuales he visto varias fotos en un Blog llamado “Peña del Periodista”, y una buena cantidad de fotos (varios miles), incluyendo algunas del Periodismo de Catacumbas, que después del Triunfo de la Revolución Sandinista me dio por perdidas la compañera Lilly Soto Vásquez, cuando ésta era presidente de la Unión de Periodistas de Nicaragua.
Para hacer un listado de los periodistas que participamos como reporteros, o recogedores de información sobre la Huelga General, represiones callejeras, torturas, encarcelamientos y combates guerrilleros sandinistas contra la dictadura somocista, será necesario recurrir a la memoria histórica de todos los que participamos en el Periodismo de Catacumbas, yo al menos recuerdo a los siguientes:
David Gutiérrez, Dolores Rugama, Marcos Valle, Mercedes Solís Delgadillo, Maritza Cordero Ardila, Isabel Gómez, Freddy Rostrán Aráuz, Michelle Castellón, Vivian Torrez, Matilde Rocha, Juan José Lacayo, Xiomara Chamorro, Antonio Luna Centeno, Guillermo Treminio, Enrique Argüello Prado, Pablo Candia Latino, Manuel Eugarrios, Manuel Espinoza Henríquez, Juan Alberto Henríquez, Ada Luz Monterrey, Alejandro Romero Monterrey, Carlos García Castillo, César Cortez Téllez, Lilly Soto Vásquez, Abel Calero Reyes, Gustavo A. Montalbán, Gustavo Valle, César Estrada, Eduardo López Meza, Maynor Curtis, Joaquín Apsalón Pastora, y este servidor: Pablo E. Barreto Pérez.
Éramos más de 40 periodistas en Managua. No recuerdo los nombres de todos. Repito: debemos recurrir a la memoria histórica de esos más de 40 periodistas para elaborar una lista lo más completa posible. También participaron otros no menos de 40 periodistas o corresponsables en los departamentos de León, Granada, Masaya, Matagalpa, Jinotega, Somoto, Chinandega, Rivas, entre otros recuerdo a: Luis Aragón Pastora, Pedro José Vindel Matus, Roberto González Rocha, etc.
La “inauguración” o inicio de este Periodismo de Catacumbas, ocurrió el 31 de enero de 1978 en la Iglesia Fátima, del Barrio Riguero, donde el Padre Uriel Molina, amigo entonces del Comandante Tomás Borge Martínez y de Carlos Mejía Godoy, nos daba apoyo facilitando el local de esta famosa Iglesia Católica capitalina.
La Iglesia estaba repleta de gente. Afuera, en el patio y la calle, también había mucha gente. Yo espero no estar equivocado en esa fecha del 31 de enero, porque allí en la Iglesia Fátima o del Riguero comenzó una de las hazañas más valiosas del periodismo nicaragüense, llamada históricamente Periodismo de Catacumbas. Fuera de la Iglesia Fátima, un grupo vigilaba ante la posible llegada de los guardias opresores somocistas.
El lector de las noticias ese día fue don Eduardo López Meza, una de las voces locutoras más valiosas de noticieros de Managua como del Noticiero “Extra”, con entonaciones melodiosas y que le daba el tono correspondiente a la importancia que tenían las noticias en ese momento sobre la huelga general, manifestaciones callejeras, represiones mortales de la Guardia Nacional o dictadura somocista en todo el país.
Don Eduardo López Meza fue siempre un devoto religioso católico, aunque nunca fanático, y por tanto conocía, por lecturas de la Biblia y relatos de historiadores, sobre cómo los primitivos cristianos (y otros perseguidos en la Antigüedad) se reunían para intercambiar informaciones en subterráneos en Roma y otros lugares de Europa, porque eran perseguidos por emperadores romanos y otros grupos de la Nobleza criminal europea.
López Meza habló de esta historia cuando leía las informaciones en el Barrio El Riguero. Estaban allí con nosotros algunos periodistas de Agencias Informativas Extranjeras, las cuales empezaron a hablar del Periodismo de Catacumbas en Nicaragua.
Entre esos locutores, lectores de esas noticias del “Periodismo de Catacumbas”, recuerdo a don Eduardo López Meza, César Estrada, Gustavo Valle, Maynor Curtis y Joaquín Apsalón Pastora.
Otro asunto que recuerdo es que, como para entonces no habían computadoras ni impresoras, las copias de las informaciones las hacíamos con papel carbón en las máquinas de escribir mecánicas, les sacábamos fotocopias en negocios de fotocopiado, o recurríamos a los mimeógrafos de sindicatos y de organizaciones populares.
Por ejemplo, Abel Calero y yo teníamos arreglos secretos en la Iglesia Don Bosco y con los miembros directivos del Movimiento de Trabajadores Hospitalarios, con quienes conseguíamos prestado el mimeógrafo para imprimir centenares o miles de copias de una o varias informaciones, las cuales después íbamos a distribuir en hospitales, sedes de sindicatos, en los hospitales, donde Juntas Comunitarias y en la Asociación de Vecinos de Bello Horizonte.
Espero que estos datos o aportes personales sirvan para ir elaborando la Historia oficial del glorioso Periodismo de Catacumbas, en el cual participamos, como digo, más de 40 periodistas en Managua, quienes cumplimos la obligación de informar a los ciudadanos, mientras estos eran reprimidos por la dictadura militar somocista genocida en Managua y resto de Nicaragua.