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actualizado 10 de Abril 2013
La erradicación del hambre, prioridad absoluta
Erradicar el hambre no es una tarea exclusiva de la política de cooperación
Por Mercedes Ruiz-Giménez
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Que 868 millones de personas sufran desnutrición no es fruto del azar sino de causas políticas y económicas que hacen que, a dos años de cumplirse el plazo para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio no podamos hablar de grandes éxitos en la reducción del hambre y la pobreza. Es escandaloso que casi 900 millones de personas sufran desnutrición mientras continúan de manera imparable la especulación alimentaria en los mercados financieros y los abusos de poder de algunas corporaciones multinacionales del sector agroalimentario.

Como organizaciones de la sociedad civil, exigimos que la erradicación del hambre y la desnutrición sean un elemento prioritario en la revisión de los ODM. El derecho a la alimentación no es una dádiva del sistema internacional hacia las personas más vulnerables, sino un derecho humano que los Estados tienen obligación de garantizar.

La consulta sobre hambre y seguridad alimentaria y nutricional que Naciones Unidas celebra en Madrid de adoptar medidas contundentes para garantizar el derecho a alimentación y la soberanía alimentaria. Medidas que pasan por apostar por una agricultura campesina basada en la agro ecología y el apoyo a las mujeres, principales productoras de alimentos.

Una de las cuestiones más preocupantes que denunciamos es el acaparamiento de tierras, seria amenaza para la agricultura campesina y la seguridad alimentaria en millones de personas en el mundo. La Unión Europea ha expropiado 5 millones de hectáreas de África para dedicarlas al cultivo de agro combustibles (caña de azúcar, arroz y maíz) con consecuencias muy preocupantes para la población local: expulsión de sus tierras, destrucción de la agricultura tradicional, escasez y encarecimiento de alimentos, incremento de hambrunas, destrucción del medioambiente y deforestación.

En Senegal, el 30% de la superficie cultivable (670 mil hectáreas) está en manos de empresas o estados extranjeros y de algunos altos funcionarios o empresarios senegaleses.

Otro reto es acabar con la creciente especulación alimentaria en los mercados en la que intervienen entidades financieras internacionales y los grandes poderes del agro negocio -en bolsas como la de Chicago o Londres se negocian contratos sobre la producción futura de alimentos lo que genera una enorme subida en los precios. Como señala el ex relator de la ONU para el Derecho a la Alimentación, Jean Ziegler, “especular con los alimentos es un crimen contra la humanidad que los países democráticos deben impedir”. Casi 2.000 millones de personas utilizan más del 50% de sus ingresos para adquirir comida, por lo que los efectos de la subida de los precios alimentarios son devastadores.

Los recursos naturales más básicos se han convertido también en objeto de comercialización por multinacionales que los explotan para su beneficio económico. Garantizar el acceso equitativo a recursos como la tierra, el agua y la biodiversidad es esencial para la erradicación del hambre. Deben establecerse regulaciones internacionales que aseguren que los bienes comunes se gestionan de forma que se garantice que la población acceda a ellos sin trabas.

Erradicar el hambre no es una tarea exclusiva de la política de cooperación; las políticas comerciales, medioambientales o económicas, tienen mucho que ver con el acceso a los alimentos. Es crucial asegurar que estas políticas son coherentes entre sí y combaten el hambre. Generar más recursos económicos para ello podría conseguirse a través de políticas fiscales justas cuyos ingresos fueran destinados a este desafío.

Estas propuestas no podrán llevarse a cabo si no se cuenta con un firme liderazgo político al más alto nivel; deben sumarse el mayor número de gobiernos, que han de cumplir sus compromisos más allá de declaraciones y documentos. La participación de la ciudadanía es imprescindible para construir y avanzar de manera conjunta. Una buena forma de hacerlo sería integrar todas las actuaciones en un nuevo marco de trabajo que, más allá de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, apueste por Objetivos Globales. También la Alianza Española contra la Pobreza ha propuesto a Ban Ki-Moon la creación de un comité contra la pobreza integral que trabaje a lo largo de todo el año denunciado las causas de la pobreza y el hambre y proponiendo soluciones eficaces para su erradicación.

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