China, la segunda y más dinámica economía del mundo, en términos generales, empieza a sufrir los embates de la crisis. Para muchos observadores es una economía que se expande con solidez, pero a un ritmo menos acelerado. Eso se traduciría en una presión sobre la mayoría de los precios de materias primas.
Después de tres décadas de vigoroso desarrollo su economía ha entrado en un periodo de transición y la potencial tasa de crecimiento caerá. Una desaceleración acarrearía serias repercusiones a nivel mundial en países productores de materias primas; exportadores estadounidenses que persiguen conquistar a consumidores chinos compensando la debilidad Europea y las economías desarrolladas, siendo los metales los principales afectados.
La construcción china es una de las grandes demandadoras de cobre y mineral de hierro, por lo que su consumo podría verse afectado. El enfriamiento de la construcción perjudica a las fábricas del país. Un indicador clave del sector manufacturero, desde el inicio apuntó a una contracción de la crisis financiera global.
Los problemas del sector inmobiliario y exportador activaron el detonante sobre el crecimiento, los líderes chinos reaccionaron oportunamente aunque las opciones con las que cuentan son más limitadas en esta ocasión. Para algunos, los costos aumentarían, pero en la mayor parte de los casos no serían precios exorbitantes originados por una economía sobrecargada. El crecimiento continuará, aunque se tornará más lento con el tiempo.
La primera mitad de esta década registrará un crecimiento más vertiginoso que la segunda mitad; ya que el principal motor de la economía china, pasará de enormes proyectos de infraestructura a la demanda de consumo por bienes duraderos. El consumo de metales básicos y otras materias primas, incrementará moderada, pero establemente la demanda, y los precios podrían dispararse en el caso de algunas materias primas estratégicas.
China es un mercado tan grande (1,300 millones de personas), que cualquier aumento en el consumo, incluso una moderada expansión económica puede crear una nueva gran demanda y empujar los precios al alza.
Ante los problemas que atraviesan Estados Unidos y la Unión Europea, el remanente mundial mira a China como el propulsor de empuje para la economía global, pero sin obviar que su desaceleración ha sido provocada por el Gobierno durante los dos últimos años para enfriarla, controlar una inflación acelerada y frenar la peligrosa burbuja inmobiliaria.
Actualmente la crisis europea y una débil recuperación de Estados Unidos, sacuden a los exportadores chinos. La economía tendría que absorber un golpe por partida doble: un declive simultáneo de la demanda, tanto interna como externa. Se cree, que tal debilidad se expenderá contribuyendo contundentemente al enfriamiento de la economía mundial.
Ello le obligará a revisar las bases de los valores esenciales de su economía. Tal cambio traerá profundas derivaciones para China, el resto de Asia, y la economía mundial. Futuramente, quizás la crisis se caracterice por réplicas duraderas en el mundo desarrollado, socavando la demanda externa de la que durante tanto tiempo ha dependido de China, quien se sustraería del modelo manufacturero que sustenta su crecimiento impulsado por la exportación y la inversión.
Durante tres décadas, tal modalidad ha sido fructífera para China, dependiendo del aumento de la productividad con gran capital y ahorro de mano de obra. Con un crecimiento más lento del PIB, brindaría más perspectivas de crear puestos de trabajo, con perfil en materia de empleo de una unidad de producción, alcanzando su objetivo.
El sector servicio tiene una menor densidad en materia de recursos que el manufacturero, ofreciendo a China, un modelo de desarrollo más ligero, limpio y ecológico. Tal Plan se centraría en el desarrollo acelerado de industrias estratégicas en ascenso: desde la biotecnología y energías substitutivas, hasta la tecnología de nuevos materiales y la información futura.
Un decisivo paso para China por la vía del reequilibrio y para sus más importantes socios comerciales, sería un enorme impulso para los del Asia Oriental, las economías europeas y los Estados Unidos con su limitado crecimiento.
El mayor proceso de consumo de la historia contemporánea, está en ciernes con graves e irreversibles consecuencias, como la agresión al medio ambiente y el consecuente daño ecológico.
*Diplomático, jurista y politólogo