Durante cuatro días el Comité Central del Partido Comunista Chino, integrado por 376 miembros, se reunió en Pekín y ratificó la “profundización general de las reformas” apoyando fuertemente a las compañías privadas como componentes importantes de la economía.
Los defensores de la reforma, creen que Pekín debía abrir varias industrias a la competencia privada controladas por el Estado, pero cualquier medida para reducir los privilegios de las compañías favorecidas por el gobierno, encontrará resistencia entre los dirigentes comunistas.
Sin embargo, dichos dirigentes advirtieron que, “lo más importante es mantener la autoridad del partido” sobre el país. También se anunció que se preparará un consejo nacional de seguridad para mejorar su estrategia. El documento aprobado al término de los trabajos prologados secretamente, es vago, y bosqueja la ruta para los próximos años.
Los líderes chinos, enfrentan presión para reemplazar un modelo de crecimiento basado en las exportaciones e inversión que generó tres décadas de rápida expansión, pero parece perder impulso. El Partido Comunista, expresó que creará un comité para “profundizar las reformas”, pero sin indicar sobre cuándo aprobarían más cambios.
Ello sugiere que los líderes del partido, que asumieron el poder en marzo pasado, lograron un acuerdo en los puntos generales, obviando las luchas sobre detalles, como el estado de las empresas que controlan grandes porciones de la economía china, incluyendo los bancos, la energía y las telecomunicaciones.
Otra área importante en la que se esperaban noticias es el control de la tierra. El documento señala que los agricultores deben tener más derechos de propiedad, pero los dirigentes no alcanzaron nuevos acuerdos.
En China todos los terrenos son propiedad del Estado y los agricultores son inquilinos que no pueden comprar o alquilar su tierra para adquirir mejores semillas y tecnología.
Darles la propiedad o al menos más control, aumentaría la riqueza en el campo, aunque afectaría los mercados de bienes raíces y los gobiernos locales que dependen de la venta de terrenos para usar sus derechos y obtener ingresos.
Tales ambigüedades presagian que la reforma agraria seguramente también quedará para el futuro. El comunicado es muy general y no deja espacio a la posibilidad de reformas políticas.
Una de las medidas implícitas, en el impreciso documento difundido al término de la reunión del Comité Central del Partido Comunista Chino, es la modificación de la ley del hijo único. Hace una década se especula la abolición de la ley que más odia la población, impuesta desde 1979 a las parejas urbanas, tener solo un hijo.
Otras de las medidas es la reducción de la aplicación de la pena de muerte y la abolición de la reeducación a través del trabajo, y numerosas decisiones que apuntan a reforzar “el papel del mercado” en la economía china, la segunda mayor del mundo. Pero, la más espectacular de ellas es la reducción del margen de maniobra de los grupos públicos, que cuentan con una posición monopólica en diversos sectores.
El presidente chino y Secretario General del partido, Xi Jingping, y el primer ministro, Li Keqiang, obtuvieron el consenso del Comité Central. Pero ese acuerdo no implica que se hayan superado las resistencias de los poderosos grupos de presión que dominan la economía china, en primer orden los que conforman las grandes empresas y bancos estatales.
En el Tercer Plenario de 1978, el entonces líder chino, Deng Xiaoping lanzó la política de “apertura y reforma”, sentando las bases del boom chino, detalló las reformas previstas en los próximos años para reducir el control del Estado en la economía, promocionando la inversión privada y reduciendo las poderosas empresas públicas.
La cúpula comunista se comprometió a reforzar el papel decisivo del mercado en la economía, intentando revertir las extraordinarias tasas de crecimiento de la última década. Sin intención de impulsar reformas políticas.
El falso dilema de Estado versus mercado, según los analistas, es en gran parte un debate ideológico y pertenece al pasado. Hoy se está más allá de esta aparente controversia. El reto para el futuro ya no es la disyuntiva de más Estado o más mercado, sino cómo hacer para que ambos funcionen bien y cada vez mejor, puesto que son complementarios.
*Diplomático, jurista y politólogo.