En tiempos de crisis económica mundial, Estados Unidos pretende salir de la recesión vendiendo más productos a nuestros países, consolidando el mercado integrado por México-Centroamérica, absorbiendo sus economías aceleradamente.
Pero las reticencias de las burguesías de la región, defensora de los reducidos privilegios de los estados nacionales, son un obstáculo para los planes de recuperación de Estados Unidos.
Centroamérica siempre fue una tradicional zona de influencia de empresas mexicanas, las que pierden terreno en relación con el predominio ejercido por la diplomacia petrolera de Venezuela (sobre todo con Petrocaribe) y el surgimiento de la burguesía colombiana, que venció a la guerrilla de las FARC, legalizó el dinero del narcotráfico, y que ahora compra bancos y todo tipo de activos en la región.
En la visita de Barack Obama a México y Centroamérica, resurgió la política energética que su país impulsa desde hace años con inevitables repercusiones en el istmo. Bajo su presidencia se ha operado un cambio en la política energética. Al mismo tiempo invade militarmente a Irak, manteniendo el control de una de las principales reservas petroleras del mundo.
Debido a la crisis mundial del capitalismo, Estados Unidos, busca nuevas fuentes de energía y dotarse de una estrategia para depender menos de las importaciones de petróleo.
Obama asumió la presidencia en el 2009, impulsando el montaje de nuevas plantas nucleares, aplicando novedosas tecnologías en la explotación de petróleo (extracción de pizarra bituminosa y arenas aceitosas) y gas (de esquisto) en suelo norteamericano, lo cual está alcanzando récords aparejado al progreso de las compañías americanas.
En el 2010 redujo la dependencia del petróleo por debajo del 50%, cifra récord en los últimos 30 años. Puso en marcha un ambicioso plan que contempla para el año 2025, sustraerse del petróleo de Venezuela y Medio Oriente.
La implementación de innovadoras tecnologías extractivas está funcionando, Estados Unidos y Canadá poseen considerables reservas de gas de esquisto, lo que proporcionará un decisivo impulso al desarrollo del sector transporte, una de las prioridades del presidente Obama.
La llamada “revolución de los bituminosos” ha impactado en el mercado global petrolero. Los Estados Unidos han desarrollado un mercado energético prácticamente autónomo, volviéndose inmunes a la fluctuante presión de los precios. Aunque dicho tema no estaba en la agenda de Obama, salió a relucir en su reunión con los presidentes del SICA.
La visita de Obama a México y después a Costa Rica, forma parte del proceso de consolidar su influencia en la parte más endeble de su patio trasero, pero la más cercana a la metrópoli. La estrategia global es la de afianzar el dominio de sus transnacionales en esta parte del planeta.
En Costa Rica, Obama participó en dos importantes reuniones: la de los países miembros del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) promovido por los Estados Unidos en 1991, y en el Foro Centroamérica, una reunión privada con los máximos representantes de la burguesía centroamericana, realizada en las instalaciones del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (Incae) bajo el auspicio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
200 empresarios de Centroamérica asistieron a la reunión en el Incae, y en la de los presidentes del SICA, Obama dio a conocer sus planes, hilvanando la temática al libre comercio y la necesaria integración económica de Centroamérica, expresando que: “Si ustedes prosperan, nosotros también”. “Mientras más integrados estemos, más oportunidades tendremos de competir, pero hay que tener una estructura reglamentaria que funcione”. Insistió en que para mejorar la infraestructura y las aduanas se requieren reglas claras, procurar asociaciones públicas, privadas y abaratar los costos de la energía.
Dado el fenómeno del narcotráfico y la alta incidencia de violentos asesinatos en Centroamérica, la mayoría de los presidentes centroamericanos, pese a sus divergencias, tuvieron un solo punto de coincidencia: necesitan más ayuda económica para afrontar al narcotráfico y el crimen organizado.
Contrario a lo esperado, su alocución no se centró en fortalecer la lucha contra el narcotráfico y la violencia, sino en la necesidad de una mayor integración de las economías en Centroamérica.
Elucubró la posibilidad que en un futuro próximo Estados Unidos venda gas a precios preferenciales. Corrió el rumor de la construcción de un hipotético gasoducto desde México hasta Centroamérica para producir energía barata, pero Obama solo habló de posibilidades no de proyectos reales.
Sus fragmentadas declaraciones confirman el malestar por la lenta incorporación de las economías de Centroamérica al engranaje norteamericano.
*Diplomático, jurista y politólogo