En los tiempos que vivimos una noticia positiva es casi una rara avis pero debemos celebrarla. Llegado el año 2020, la producción económica combinada de tres de los principales países en desarrollo solamente (Brasil, China e India) superará la producción total de Canadá, Francia, Alemania, Italia, el Reino Unido y Estados Unidos. Gran parte de esta expansión es impulsada por nuevas asociaciones de comercio y tecnología en el interior mismo del Sur, según datos del Informe sobre Desarrollo Humano 2013, presentado por el PNUD (Programa de Naciones Unidas para el desarrollo).
Destaca que en la última década todos los países aceleraron sus logros en las dimensiones de educación, salud e ingresos, según mediciones del Índice de Desarrollo Humano (IDH); en tanto que ningún país sobre el cual había datos disponibles tuvo un valor del IDH más bajo en 2012 que en 2000.
Analizando los países que elevaron su valor del IDH entre 1990 y 2012 tanto en las dimensiones del desarrollo humano de ingresos como en otros, el Informe examina las estrategias que les permitieron tener un buen desempeño. En este aspecto, el Informe 2013 aporta al pensamiento del desarrollo describiendo los impulsores específicos de la transformación del desarrollo y sugiriendo prioridades de políticas futuras que podrían ayudar a sostener dicho impulso.
Sin embargo, un mensaje clave incluido en este Informe sobre Desarrollo Humano y en anteriores es que el crecimiento económico por sí solo no se traduce automáticamente en el progreso del desarrollo humano. Políticas a favor de los pobres e inversiones significativas en las capacidades de las personas (mediante un enfoque en educación, nutrición, salud y habilidades de empleo) pueden expandir el acceso al trabajo digno y brindar un progreso sostenido.
El Informe 2013 identifica cuatro áreas específicas de enfoque para sostener el impulso del desarrollo: mejora de la igualdad, incluida la dimensión de género; dotación de voz y participación a los ciudadanos, incluidos los jóvenes; confrontación de presiones ambientales; y manejo del cambio demográfico.
El Informe también sugiere que a medida que los desafíos del desarrollo mundial se tornan más complejos y de naturaleza transfronteriza, resulta esencial una acción coordinada en los desafíos más apremiantes de nuestra era, ya sea tanto en la erradicación de la pobreza, como en el cambio climático o la paz y la seguridad. Debido a que los países cada vez están más interconectados a través del comercio, la migración y las tecnologías de información y comunicación, no sorprende que las decisiones políticas tomadas en un lugar tengan impactos sustanciales en otros lugares. Las crisis de los últimos años (de alimentos, financieras y climáticas) que han arruinado la vida de tanta gente señalan esta cuestión y la importancia de trabajar para reducir la vulnerabilidad de los ciudadanos ante crisis y desastres.
Muchos otros países en el Sur han atestiguado un rápido desarrollo, y sus experiencias y la cooperación Sur-Sur son una inspiración por igual para la política del desarrollo.
El PNUD puede desempeñar un papel útil como intermediario de conocimientos y como enlace de los socios (Gobiernos, sociedad civil y empresas multinacionales) para compartir experiencias.
Tenemos también un papel clave en la facilitación del aprendizaje y el desarrollo de capacidades.
El Informe exige también una mirada crítica a las instituciones de gobernanza mundial para promover un mundo más justo e igualitario. Señala estructuras desactualizadas que no reflejan la nueva realidad económica y geopolítica descrita, y considera opciones para una nueva era de asociación.
También pide más transparencia y rendición de cuentas, y resalta el papel de la sociedad civil mundial en la defensa de estas, así como un mayor poder de toma de decisiones para quienes resultan más directamente afectados por los problemas mundiales, quienes a menudo son las personas más pobres y vulnerables de nuestro planeta.