Nuevas e imprevistas tensiones en las relaciones de Estados Unidos con Arabia Saudita y Turquía, sus más estrechos aliados en Medio Oriente, imponen los desafíos del gobierno de Barack Obama para navegar en las cada vez más turbulentas aguas de esa región.
Neoconservadores, miembros del opositor Partido Republicano y sus afines, atribuyen tal situación a la propensión de Obama a desentenderse de la región y a su renuente uso del poder militar para defender los intereses del Imperio. Otros estiman que las nuevas fuerzas desatadas con la invasión a Iraq en 2003 y la Primavera Árabe, transformaron la región, y desafían el control de Estados Unidos.
En la Conferencia de Políticos árabes y estadounidenses celebrada en Washington, Charles W. Freeman Jr., diplomático retirado, quien fue embajador en Arabia Saudita durante la Guerra del Golfo de 1991, acotó: “Los estadounidenses ya no tenemos la capacidad de marcar tendencias en Medio Oriente.” Pero, “las ilusiones de omnipotencia imperial son difíciles de matar”.
Arabia Saudita rehusó sentarse como miembro no permanente en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), arguyendo su fracaso para dirimir el conflicto palestino-israelí y la actual crisis en Siria.
Según The Wall Street Journal, diplomáticos europeos se reunieron en Yeda con el jefe de inteligencia saudita y exembajador en Washington, Bandar bin Sultan al Saud, quien expresó que el boicot al Consejo de Seguridad era “una respuesta para Estados Unidos, no para la ONU”.
Bandar, reveló que Riyadh considera reducir la cooperación con Washington en el entrenamiento y la provisión de armas a rebeldes sirios, explorando relaciones militares con otras potencias que sirvan más a los intereses sauditas, lo que parece ser solo una advertencia. Es fácil notar que Washington y Riyadh se alejan cada vez más en estos y otros asuntos.
A Arabia Saudita le preocupa una eventual distensión entre Estados Unidos e Irán, temiendo que Teherán recobre la primacía que gozaba en Medio Oriente, con apoyo de Washington antes de la Revolución Islámica de 1979.
En el frente turco, Obama quedó desconcertado por una serie de acontecimientos que quizá compliquen sus vínculos con el único aliado de mayoría musulmana en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
The Washington Post, informó que el jefe de inteligencia turco reveló a Teherán la identidad de 10 iraníes que espiaban para Israel. Ankara puso fin a una larga historia de colaboración en inteligencia con el gobierno israelí que empezó a descarrilarse tras la ofensiva del Estado judío a Gaza en 2008 y 2009.
La prensa turca, indicó que Washington canceló el envío de aviones no tripulados “Predator” a Ankara, en represalia por colaborar con Irán. Aunque el gobierno turco negó tal versión, crecen sospechas de que este se encuentra más cerca de Teherán que de Tel Aviv.
Sorpresivamente, Turquía anunció que para construir un nuevo sistema de defensa antimisiles eligió a una compañía china, y no a sus competidoras estadounidenses y europeas. Tal sistema, sería incompatible con el equipamiento utilizado por los miembros de la OTAN.
La alianza Turquía-Estados Unidos, está en serios problemas. Cruzaron la línea del desacuerdo razonable, llegando al punto que Turquía trabaja decididamente para perturbar los objetivos estadounidenses en Medio Oriente.
La mutabilidad hoy característica en la región, y las dificultades de Estados Unidos para navegar en ella, quedan mejor ilustradas con las cada vez más complejas relaciones de los gobiernos de Arabia Saudita y Turquía. Congruentes en que Bashar al Assad abandone el poder en Siria, discrepan en el caso de Egipto.
Arabia Saudita, ayuda al régimen militar egipcio con miles de millones de dólares, Erdogan exige el regreso del derrocado presidente Mohammad Morsi y el fin de la represión contra la Hermandad Musulmana, movimiento trasnacional considerado una mortal amenaza por las monarquías de la región.
Medio Oriente ingresa en una era multipolar, donde la mayoría de los cambios son impulsados por fuerzas internas y las rivalidades coloniales de las superpotencias se desvanecieron hace tiempo, perdiendo toda significación.
Actualmente ningún gobierno de la región está dispuesto a confiar su futuro a potencias extranjeras, ello podría generar insospechados realineamientos geopolíticos.
*Diplomático, Jurista y Politólogo.