Mi amiga y colega de La Nueva Nación ha puesto el dedo en la llaga cuando formuló en su leído blog esa pregunta que tantos se deben de haber hecho en privado pero no se han atrevido a expresar en público. Estoy convencido de que ese silencio es originado por el temor a dos factores principales: La reacción airada de quienes, de buena fe, extienden crédito a todo el que se proclame opositor de la tiranía y al veneno de los agentes castristas que jamás pierden oportunidad de causar desorientación y conflicto entre quienes no aceptamos una transición con tiranos.
Pero, si partimos de la admonición martiana de: "Ver en calma un crimen es cometerlo", no podemos llegar a otra conclusión de que no hay crimen mayor que alimentar falsas esperanzas en un pueblo asfixiado por la opresión y desesperado por la libertad. Porque Barack Obama no va a mover un dedo para liberar a Cuba. Esa es la conclusión a la que llegué después de contemplar el teatro de la cumbre ficticia entre Obama y Fariñas en la casa del mecenas de ambos Jorge Mas Santos. Estoy convencido de que algunos considerarán drásticas estas afirmaciones pero quienes hemos hecho de la palabra un arma para defender la libertad no tenemos la opción de callar cuando las cosas carecen de claridad. Mas que mi patria, Cuba y su libertad son las misiones que dan sentido a mi vida. Asumo el riesgo de defenderlas sin importarme a quienes molesto.
Según Mas Santos, la visita de Obama "duró una hora pero pareció como 10 segundos" y describió el encuentro entre el presidente y Fariñas como "un intercambio emotivo". Fariñas, por su parte, afirmó: “Lo más importante fue aquí las palabras de apoyo del Presidente de los Estados Unidos, la democracia más poderosa del mundo”. Pero, si echamos a un lado la retórica, podremos analizar con facilidad los motivos del presidente para asistir a la cita y el valor de sus palabras desde que irrumpió a la vida pública de los Estados Unidos.
Obama no se reunió con Fariñas porque esté interesado en el derrocamiento de la tiranía cubana. Este es, después de todo, el presidente bajo cuyo mandato el régimen comunista ha recibido el regalo de un incremento considerable en su principal fuente de divisas, el turismo de cubanoamericanos a la Isla. Según un reciente estudio de la organización "dialoguera" The Havana Consulting Group, el número de estadounidenses de origen cubano esperados en la isla este año podría superar los 520 mil, después que en 2012 arribaron casi 476 mil.
Quienes tienen aunque sea una remota idea de cómo se financian las campañas políticas norteamericanas saben que Obama accedió a ver a Fariñas a petición de su banquero Mas Santos. Lo hizo dentro del contexto de su permanente campaña política, en este caso para recuperar un poder legislativo que ve en peligro en las parciales del 2014 y cuyo control necesita para poder imponer, como hizo con el Obamacare, el resto de su agenda estatista.
Los 30 cubanos que asistieron esa noche a la residencia de Más Santos tienen el derecho de hacer con su dinero lo que les venga en ganas. Yo tengo el derecho de discrepar de quienes financian a un socialista que está asfixiando la economía y matando las libertades plasmadas en la constitución por los padres fundadores de los Estados Unidos.
Por otra parte, no podemos separar a Obama de sus falsas promesas. Este es el presidente que, en su tradición de "organizador-agitador comunitario", le mintió 24 veces a un inocente e ignorante público norteamericano: "Si usted quiere conservar su seguro de salud, puede hacerlo. Punto". Ya sabemos lo que pasó con esa promesa.
Es el candidato que basó su campaña presidencial en el pegajoso lema de: "Hope and Change", (Esperanza y Cambio). Ya hemos visto que el lema se ha convertido en: "Change without Hope", (Cambio sin Esperanza). Harían bien en tener presente esta faceta de la personalidad de Obama aquellos que describen esta cita Obama-Fariñas como un momento histórico en la lucha por nuestra libertad.
Ahora le toca el turno al otro personaje de este binomio estrambótico: el Coronel Guillermo Fariñas. Un periodista que lo entrevistó en mayo del 2013 para el periódico español "El País" lo describió así: " Por el cuerpo de Guillermo Fariñas han pasado una guerra, veintitrés huelgas de hambre, tres largas detenciones y 51 años de edad. Fariñas, disidente cubano y vocero de la opositora Unión Patriótica de Cuba, es psicólogo y periodista. También fue soldado, combatió junto a las tropas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba en Angola".
Otros medios afirman que en el 2010 estuvo 135 días en huelga de hambre mientras exigía la liberación de 52 presos políticos. Por su parte, Gandhi, el más famoso entre quienes han utilizado este tipo de estrategia, realizó 17 huelgas de hambre, ninguna de 135 días como afirman Fariñas y sus aliados. Supuestamente la huelga de hambre más larga duró setenta y cuatro días, y terminó con la muerte de un miembro del Sinn Fein, partido político irlandés, en la década de 1920. Por lo tanto, si aceptamos como verídicos los datos sobre sus huelgas de hambre, Fariñas es un verdadero superhombre cuya hazaña merece figurar en el Guinnes World Records.
Quien definitivamente no cree en sus hazañas ni en su carnet de opositor genuino es la escritora cubana exiliada en Francia, Zoé Valdés. La siempre directa dama trazó un retrato nada halagüeño del sujeto con estas palabras: "Los periódicos hablan del periodista Fariñas obviando al militar, al que, mientras torturaban a Reinaldo Arenas en una cárcel, a él lo ascendían y condecoraban en Moscú, al coronel de la guerra de Angola, que le escribió recientemente una carta a Raúl Castro de coronel a general".
En referencia al Premio Sajarov, la Valdés dijo: "Han premiado al que hizo una huelga de hambre asistida por el gobierno cubano, sólo para reclamar que se deportaran a los verdaderos periodistas de la Primavera Negra del 2003, y lo consiguió. Y cuando lo consiguió declaró que había que reconocer que “el gobierno cubano” había cambiado, positivamente, firmando luego la Carta de los 74, la carta más entreguista de la historia de Cuba".
Y cuando en la referida entrevista de "El País" fue interrogado sobre las quejas expuestas en España por algunos de los mismos periodistas cuyos nombres invocó en una de sus huelgas de hambre, Fariñas respondió: ""Sé que algunos de estos compatriotas que están en España no quieren trabajar o han cometido actos vandálicos. Ellos son invitados y deben atenerse a las reglas, la disciplina y las leyes de ese país". Miserable respuesta del aspirante a estadista.
En el contexto de la misma entrevista, Fariñas mostró similitudes mesiánicas con su recién descubierto "amigo" Barack Obama. A una pregunta del periodista sobre su importancia para la causa de Cuba, Fariñas contestó: " En Miami me he dado cuenta de que me he convertido en un símbolo y de lo importante que soy para la causa. No tenía idea de que eso fuese así". Y, en el colmo del sacrilegio político, dijo: "Decirme mercenario a mí es decírselo a José Martí, porque él recibía ayuda de los exiliados de Tampa, Cayo Hueso y Nueva York, y yo recibo ayuda de los exiliados". Ante esta expresión de suicidio político, no puedo evitar hacerme esta pregunta: ¿Qué sustancia alucinógena puede haber ingerido Fariñas para incurrir en la osadía de compararse con el Apóstol de la libertad de Cuba?
Concluyo este trabajo con la certeza de que estimulará el diálogo y hasta la controversia. Esa es después de todo la naturaleza de la democracia y la bendición de la libertad de expresión. Algunos argumentarán que estoy dividiendo a la oposición. Yo los remito a medio siglo de lucha en que los cubanos no hemos necesitado estímulos externos para dividirnos por nosotros mismos. Ni siquiera los años, las traiciones y los fracasos han sido capaces de mitigar un protagonismo enfermizo que ataca a millares de cubanos "presidenciables" en ambos lados del Estrecho de la Florida. Eso es lo que ha mantenido a los diablos en el poder.
Y finalmente, aquellos que ya se sienten más americanos que cubanos podrían argumentar que Barack Obama es el único presidente que tenemos y que debemos de respetar su investidura. ¡Pamplinas! Me es imposible respetar a quien no se respeta a sí mismo mintiéndole al pueblo que le concedió tan alto honor. Y, para que salgan del letargo de adoración al farsante, les digo que Obama no es Rey ni Mesías sino, como bien dijo Clint Eastwood en la Convención Republicana, un ciudadano más obligado a servir a su pueblo al que podemos despedir cuando no nos agrade su trabajo. Esta fórmula, aplicada a la Cuba que, a pesar de nuestros ineptitudes y egoísmos, ya vemos a la vuelta de la esquina, será la única capaz de inocularnos contra futuros tiranos.