Es la primera potencia económica del orbe, cuya moneda (el dólar), es referente universal. La Cámara de representantes del Congreso ha manejado imprudentemente el techo de la deuda estadounidense, el Tea Party, la secta de ultras enquistada dentro del partido republicano, influenciaron a los congresistas.
Desde que Barack Obama asumió la presidencia en su primer mandato, todo racismo y polarización partidista acumulada en Estados Unidos, en definitiva, conduce al país a una situación extrema, permitiendo visualizar claramente el nivel de inoperancia al que han llegado en Washington y la crisis general del sistema político: el indefinido cierre de la Administración Federal y los servicios públicos.
Ante el cuasi irreversible hecho de esta suspensión de actividades en la nación más poderosa del mundo, es inevitable señalar la responsabilidad inmediata del Partido Republicano, que sucumbió ante la amenaza de su extrema derecha, concentrada en el Tea Party, negándole al presidente la extensión del presupuesto que por ley estaba obligado a otorgarle.
Altos funcionarios de China, Europa y Latinoamérica se unieron a la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, y al presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, para advertir, sobre los devastadores efectos de una eventual cesación de pagos de Estados Unidos si el Congreso no levanta el techo de la deuda.
Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, advirtió que un bloqueo de varias semanas o meses, podría “causar severos daños a la economía estadounidense y al mundo”.
Yi Gang, director adjunto del Banco Central chino, acotó que China, mayor acreedor de la deuda estadounidense en todo el mundo, espera que Washington tenga la “cordura” de encontrar una solución “lo antes posible”.
El FMI nuevamente recortó sus expectativas de crecimiento global, advirtiendo en su informe que, la economía “avanza a marcha lenta, los factores que impulsan la actividad están cambiando y persisten los riesgos a la baja”.
Los mercados financieros, transfundidos de dinero fácil proporcionado por la FED, (Banco Central estadounidense), atraviesan una tensa expectativa, interrogándose sobre cuándo dicha entidad cerrará las válvulas que mantienen el flujo de liquidez. Tales inquietudes tienen un impacto significativo en los países emergentes, temiendo el aumento de los costos de financiamiento.
La crisis, similar a la de 1996, se agudizaba con la amenaza de cesación de pagos de los Estados Unidos, el no elevarse el techo de la deuda, inquietaba a los mercados y gobiernos extranjeros.
China, el mayor acreedor extranjero mediante bonos del Tesoro estadounidense, se incluyó expresando su deseo de una solución a corto plazo al problema de la deuda pública, a fin de no obstaculizar la reactivación económica.
Los países del G-20 presionaron al Gobierno de Estados Unidos a que tome “acciones urgentes” que permitan romper cuanto antes la parálisis parcial del gobierno y así evitar una catastrófica cesación de pagos.
Ello evidencia la preocupación de dichos países ante la posibilidad de que la mayor economía del mundo entre en suspensión de pagos (default) por primera vez en su historia, afectando gravemente a los mercados emergentes más vulnerables de la economía global obstruyendo su recuperación.
El G-20, integrado por Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, Italia, India, Indonesia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea; reprochó la incapacidad del gobierno estadounidense para ratificar la reforma de la gobernanza del FMI en beneficio de las economías emergentes.
Barack Obama cedió al chantaje de los republicanos y llegaron a un acuerdo de prorrogar el techo de la deuda hasta el próximo 7 de febrero, ganó una batalla, pero no la guerra, el próximo año comenzará de nuevo la escaramuza. La ley aprobada por la Cámara de Representantes y el Senado, evitaba in extremis una crisis financiera de graves consecuencias para Estados Unidos y la economía mundial.
A Obama se lo tragó el sistema, los racistas norteamericanos no le perdonan que sea afrodescendiente. Los republicanos son racistas y la mentalidad WASP (White Anglo Saxon Protestant) que es la que controla y defiende el establishment norteamericano, no ha asimilado el hecho de que un negro dirija los destinos de esa nación.