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actualizado 11 de octubre 2013
Como acabar de una vez por todas con la Cultura
No se trata del título del libro de relatos de Woody Allen, sino del programa que al parecer ha emprendido en Paraguay la ministra Causarano
Luis Agüero Wagner
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“Como acabar de una vez por todas con la Cultura” es un libro de Woody Allen que incluye unos diecisiete relatos, en su mayoría publicados en The New Yorker en la década de 1960. En ese desopilante compendio, el célebre autor hace una revisión cargada de ironía sobre variadas iconografías de la cultura contemporánea, abordando en clave de humor algunos de sus temas recurrentes, como episodios de la historia, el psicoanálisis y su condición de judío. Con el mismo sentido del humor, quienes se creen habilitados para redactar como si fuera un libreto tragicómico el destino del Paraguay, han decidido acabar de una vez por todas con la maltrecha y atrofiada cultura de este país.

Es más, han dictado su condena perpetua al genocidio cultural. Aunque al grupo de semidioses que representa la actual ministra Mabel Causarano gusta presentarse a sí mismo como ejemplo de tolerancia ante la diversidad, lo cierto es que han exteriorizado una tendencia opuesta, considerando las denuncias de los principales exponentes del arte y la literatura que los cuestionan.

Como ejemplo de ello, denuncian que varias secretarías han sido clausuradas por la nueva ministra, cuestionada por el mismo partido de gobierno, en aras de reducir el número de comensales y aumentar el monto de los fondos correspondientes a cada participante de la repartija. Así fue expulsado de su oficina un connotado promotor cultural, el escritor Moncho Azuaga, dejando sin un reconocido baluarte del arte popular a la dirección de cultura comunitaria.

Según denuncias provenientes de la misma secretaría encabezada por Causarano, los despidos responderían a la intención de repartirse con mayor comodidad fondos de la cooperación extranjera, a través de un “foro” de zoqueteros autodenominado AROVIA. Lo encabezan personajes ligados a partidos políticos fantasmas financiados con malversaciones de dinero de ONG, como Ana Mello, o Vladimir Velasquez, personaje ligado al proyecto fantasma “Ciudadela”, de triste memoria.

Pero la cosa no termina allí. Además de desmantelar la Dirección de Participación Comunitaria, la ministra ha iniciado lobby para obtener fondos a espaldas del FONDEC, y ha dispuesto el cierre del Sistema Nacional e Información Cultural.

El Sistema de Información Nacional del Paraguay SICPY era un departamento donde se construían datos culturales a nivel país, y estuvo por casi un año a cargo de una mujer que tuvo relaciones con Causarano mucho más allá de lo laboral. Problemas personales engendrados durante la relación entre ambas motivó la venganza de la novel ministra. La caída en desgracia encontró las cerraduras de su oficina cambiadas, y unas sillas amontonadas en la puerta como para evitar un eventual ingreso forzado.

La perversa revancha de Causarano se completó con el traslado de la funcionaria a cumplir funciones intrascendentes en un museo, algo que en el Paraguay se conoce como “envío al freezer”.

Trabajadores de la cultura calificaron otras medidas de Causarano como un grave retroceso en materia de políticas culturales participativas, dado que ha iniciado una persecución contra un pequeño equipo de promotores culturales comunitarios, que atendían áreas de la realidad social marginadas en materia cultural.

Señalaron en ese sentido que la Dirección General de Promoción Cultural Comunitaria era el único proyecto de la SNC que sobrevivió la destitución de Fernando Lugo, y que se trataba de un proyecto destinado a organizar comunitariamente a trabajadores de la cultura en ámbitos populares, como el campesino o indígena.

Recordaron que con el exiguo presupuesto que Causarano ahora pretende guardarse para otros de sus “proyectos” como Ciudadela, habían logrado integrar eficaces equipos multidisciplinarios que acompañaban el incipiente desarrollo cultural de comunidades marginadas.

Con gran esfuerzo, habían logrado desarrollar talleres de comunicación alternativa, grupos de teatro y coros comunitarios, e incluso habían llegado a inaugurar puntos de encuentro y bibliotecas populares.

El proyecto había sido uno de los pocos testimonios de la presencia del estado para grandes sectores excluidos por la sociedad. Para ellos representaba una pequeña ventana de inclusión. En un comunicado difundido solo a través de Internet, dado que la prensa corporativa los ignora, se denuncia que tanto la ministra Causarano como sus colaboradores Ana Mello y Vladimir Velásquez hoy atentan con sus actos contra el reconocimiento institucional de los derechos culturales ciudadanos, de los cuales también están dotados los sectores más vulnerables y excluidos de la sociedad.

También se responsabiliza a Causarano de no haber hecho nada por la restitución de los funcionarios de la Dirección General de Patrimonio Cultural, víctimas de los vaivenes políticos del país. Por si fuera poco, los consejeros del FONDEC la acusan de traición, el partido de gobierno de advenediza y zoquetera, e influyentes legisladores de haber malversado fondos durante pasados gobiernos.

Escribió André Malraux que la cultura es la suma de todas las formas de arte, de amor y de pensamiento, que, en el curso de siglos, han permitido al hombre ser menos esclavizado. La actual estrategia que evidencia la ministra de Cultura, un programa que toma literalmente el título de la obra de Allen y lo lleva a la práctica en Paraguay, solo puede ser considerada una negación más que se cierne sobre la libertad.

No tendría mucho de extraño que algunos consideren esa misma negación como una expresión más de la cultura, en este caso autoritaria, que hace mucho tiempo padecen los paraguayos. Es que como lo señalara Fannon, la cultura es, en primer lugar, expresión de una nación, de sus preferencias, de sus tabúes y de sus modelos.

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