Las guerras, además de aniquilar a miles de personas, destruyen bienes materiales, devastan las infraestructuras, originan inflación, inhiben la formación de capital y asignan antojadizamente los recursos disponibles.
Posiblemente, los fabricantes y mercaderes de armas se enriquezcan, algunos banqueros de Wall Street y la City amasen fortunas, pero a coste de empobrecer al 99% de la masa productiva del país. El papa Francisco reiteró su oposición a la guerra en Siria y denunció las “guerras comerciales para vender armas”.
Algunos de los ya ostensibles efectos en los mercados internacionales, es el incontrolable incremento de los precios del petróleo y el gas, considerando que Medio Oriente genera aproximadamente el 40% de la producción mundial de hidrocarburos.
También puede suscitarse un derrumbe de las bolsas, retrocesos en la lenta y moderada recuperación de la economía de Estados Unidos, más un contundente golpe a la Eurozona.
Tanto el barril Brent como el West Texas apuntaron fuertes alzas en los últimos días, al calor de la creciente certeza de que las potencias occidentales intervendrán en el conflicto.
La incertidumbre por las amenazas a Damasco provocan desequilibrios y altibajos difíciles de prever en el mercado de los recursos energéticos, para una economía global que no consigue recuperarse totalmente de la crisis iniciada en 2007.
Entre los más difundidos comentarios, se advierte la posibilidad de que las cotizaciones del crudo rebasen los US$120 dólares el barril y, si la situación se descontrola, acaso llegue a los US$150.
Al parecer, los analistas convergen en que la prima de riesgo en caso de ataque sobre Siria es de 5 a 10 dólares (algunas firmas la elevan hasta los 20), que es el incremento proyectado en el precio del crudo tras la intervención militar.
Tal advertencia aumenta los temores por el peso del petróleo tanto para el consumo como la producción mundial, y por su influencia en el precio del resto de las materias primas.
Estadísticas del mercado petrolero indican que la última vez que el barril de crudo alcanzó los US$150 dólares se ubica en los meses previos a la caída de Lehman Brothers en septiembre de 2008, el inicio de la crisis económica mundial.
John McCain, Senador Republicano reconoció que el conflicto sirio puede echar por la borda todo lo que ha avanzado la economía estadounidense este año.
Siria no es un fuerte productor de petróleo dentro de la región, pero Irán e Iraq sí lo son, al igual que otros importantes miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo.
En el peor escenario, la extensión del conflicto y afectaciones al suministro procedente de países de la región, la oferta global se reduciría entre 500 mil y dos millones de barriles diarios.
Pero no solo el petróleo está en la mira de las tensiones alrededor de Damasco, pues sus primeros efectos han derrumbado el valor de las monedas de las naciones en desarrollo y emergentes.
El principal problema es que el ataque contra Siria repercutirá en casi toda la economía global, generando más recortes y restricciones alargando aún más el saneamiento de los sistemas financieros, los mercados laborales, el crecimiento productivo y comercial.
El aviso de los bombardeos contra Bashar al Assad, dispararon los precios de petróleo, oro y plata. Algunos videntes banqueros de Wall Street y la City podrían hacer fortunas colosales.
Los medios arguyen que Estados Unidos puede atacar a Siria, acción aprobada desde hace tiempo, asegurando que el tema del uso de armas químicas es el “argumento perfecto” para justificar la intervención militar en Siria, como otrora lo hicieron en 2003 con Irak (a quien se le confirmó la inexistencia de las armas de destrucción masiva).
Los Estados Unidos, poseen la coartada perfecta para iniciar sus bombardeos, en clásica economía de guerra, en tiempos de una delicada fase financiera: el retiro tanto de Ben Bernanke, de la Reserva Federal en los próximos meses, como de la política de impresión masiva de billetes verdes, cuyo anuncio preventivo ha ocasionado la fuga de capitales, concomitante a abruptas devaluaciones de las divisas en los mercados emergentes.
Esta nueva incursión de Estados Unidos y sus aliados europeos, instrumentos de apoyo y de acción de su política imperialista e injerencista, es cambiar el mapa político de Medio Oriente y la influencia en la región.
Diplomático, jurista y politólogo*