actualizado 19 de febrero 2014    
El declive del Tratado de Río
Las renuncias al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca son un paso más hacia la construcción de una doctrina continental de seguridad y defensa
por Gustavo Adolfo Vargas*
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El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), también llamado Tratado de Río es un pacto de defensa mutuo firmado el 2 de septiembre de 1947 en Río de Janeiro. Es el primero en su género, ulterior a la Segunda Guerra Mundial.

Posteriormente, se dio la firma del Tratado del Atlántico Norte en 1949. El Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), actúa provisoriamente como organismo.

Su artículo 3.1, establece que “…en caso de (...) un ataque armado por cualquier Estado contra un Estado Americano, será considerado como un ataque contra todos los Estados Americanos, y en consecuencia, cada una de las Partes Contratantes se compromete a ayudar a hacer frente al ataque en ejercicio del derecho inmanente de legítima defensa individual o colectiva que reconoce el Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas”.

El Consejo Permanente de la OEA es el mecanismo de consulta, en cuya votación participan únicamente las partes contratantes del TIAR, encargándose de evaluar si existen las condiciones para convocar una reunión de consulta de sus integrantes o la aplicación de las pertinentes medidas.

La firma del TIAR fue una de las razones por las que Costa Rica disolvió su ejército en 1948, al considerar sus previsiones como garantes idóneas de su defensa nacional.

En las décadas de 1950 y 1960, el TIAR fue invocado al menos 20 veces. Particularmente durante el bloqueo a Cuba en 1962 y la guerra entre Honduras y El Salvador en 1969. Sin embargo, nunca fue puesto en práctica debido a amenazas de la Guerra Fría. Su más reciente solicitud fue la de Estados Unidos, después de los ataques del 11 de septiembre de 2001.

Trató de hacerse efectivo durante la Guerra de las Malvinas en 1982. No obstante, Estados Unidos, que simultáneamente era miembro del TIAR y de la OTAN, prefirió cumplir las obligaciones de ésta (el Reino Unido también era integrante); lo cual no implicaba su retiro del TIAR al no existir un comunicado oficial de su renuncia a ser parte ante la OEA (Artículo 25 del TIAR).

Fue un no cumplimiento de facto de las obligaciones del Tratado. Empero, la calidad del TIAR como instrumento de defensa multilateral de América quedó seriamente deslegitimada.
Ésta fue una de las razones de México para renunciar al Tratado en 2002, así como el “Tratado de Tlatelolco” para la Proscripción de las Armas Nucleares en la América Latina y el Caribe, que estableció la primera zona libre de armas nucleares en un área densamente poblada, constituyendo una contribución a la paz y la seguridad regional e internacional.

La falta de solidaridad con Argentina durante la guerra de Malvinas, y el respaldo a la sucesión de intervenciones armadas de las tropas del Pentágono en distintos países latinoamericanos y caribeños, prueban que el Tratado fue creado sólo para servir a los intereses de Estados Unidos.

El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca fue promovido por Estados Unidos para defender sus intereses geopolíticos en la región, en el contexto de la Guerra Fría y de la lucha contra el comunismo. Su verdadera naturaleza política quedó evidenciada en algunos de los más oscuros episodios acaecidos en América Latina.

Durante la Asamblea General de la OEA celebrada en Cochabamba, Bolivia, en junio de 2012, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, anunciaron su salida del Tratado.

El 20 de septiembre de 2012, Nicaragua presentó su denuncia para cesar en sus efectos a partir del veinte de septiembre de 2014, en virtud del artículo 25. Según informe del Ministerio de Relaciones Exteriores de Ecuador, el presidente Rafael Correa firmó un decreto confirmando su retiro el cinco de febrero (2014).

Las renuncias al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca son un paso más hacia la construcción de una doctrina continental de seguridad y defensa, adaptada a la realidad del mundo actual, al servicio de los objetivos de la construcción de un orden mundial más justo, y del fomento de las relaciones pacíficas entre los Estados. Sin duda, ello traza el camino hacia el declive del Tratado de Río.

*Jurista, politólogo y diplomático.

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