Varios equipos de investigadores de toda Europa han estado más de una década tomando muestras en 32 puntos repartidos por el Atlántico, el Ártico y el Mediterráneo
“Tenemos el fondo del mar lleno de basura. Es como un sumidero”, denuncia Joan B. Company, investigador del Instituto de Ciencias del Mar, del CSIC. Al equipo que estudió el problema no le parece una exageración llamar vertederos a los océanos. Son todavía peores porque, en el fondo marino esas basuras no están inertes sino que actúan de forma descontrolada. En el estudio comprobaron que un 41% de los residuos son plásticos; un 34%, redes de pesca; otro 7% corresponde a metales; un 4%, vidrio; un 1% clinker (residuo de la calcinación de metales) y un 13%, otros tipos de basura. La densidad se ha medido en número de objetos encontrados por hectárea.
Bolsas de plástico, botellas, redes de pesca, madera, vidrio y todo tipo de metales aparecieron en profundidades que van de los escasos 35 metros del Golfo de León hasta los 4.500 del cañón submarino de Cascais. Los autores del trabajo, procedentes de 15 instituciones científicas europeas, destacan que el alto coste y las dificultades técnicas de tomar muestras en las profundidades marinas habían impedido hasta ahora obtener un mapa de los lugares y los tipos de basura de los océanos.
El equipo de Company investigó desde el cañón submarino de Blanes, delante de la costa de Barcelona, hasta Creta. Desde dos buques oceanográficos del CSIC lanzaron al fondo redes de arrastre de pesca, con las que se atrapa desde pescado hasta la basura más inimaginable. Encontraron desde una taza de váter hasta la caja de un bote salvavidas de un avión F-15, pasando por una cartera con documentos que la Policía de Creta creyó que pertenecía a un hombre desaparecido un año atrás y añade, en algunos puntos, extrajeron más basura que biomasa. Mientras el equipo del CSIC contó a mano lo que salió de las redes de arrastre, el resto de investigadores emplearon principalmente vídeos con imágenes submarinas tomadas por vehículos operados a control remoto, informa E. Santiago.
“Desde que hace 20 o 25 años empezamos a estudiar la ecología de los grandes fondos marinos vimos que había basura. Sabíamos que estaba allí, y que en algunas zonas era realmente grave. Había que cuantificarla, y hacerlo a nivel europeo”, dice Company. “No se puede limpiar a 1.000 metros, así que no hay otra solución que prevenir. La basura no tiene que llegar allí”, añade. Lo saben bien en la Unión Europea, que incluyó el problema de la basura marina en la directiva marco de estrategia marina de 2008, y la ONU, que lo califica como “desafío global”. Los líderes mundiales firmaron en la Conferencia Río+20 sobre desarrollo sostenible un compromiso “para reducir significativamente en 2025 la cantidad de desechos marinos y así prevenir daños al medio ambiente costero y marino”.
Naciones Unidas estima que cada año 6,4 millones de toneladas de basura acaban en los océanos de todo el mundo. Aves marinas, tortugas y mamíferos mueren al ingerir o enredarse en objetos de plástico, redes de pesca y otros residuos peligrosos. La degradación de algunos de ellos genera micro plásticos que pueden contaminar toda la cadena alimenticia. El impacto más visual de esta suciedad marina son las gigantescas islas de plástico que flotan en varios océanos, como el llamado séptimo continente, un impresionante vertedero marino en el Pacífico al que se supone una superficie de entre tres y siete veces España. Pero, ¿qué ocurre en el lecho marino, allí donde nadie ha buscado esa basura?
Varios equipos de investigadores de toda Europa han estado más de una década tomando muestras en 32 puntos repartidos por el Atlántico, el Ártico y el Mediterráneo. Y han encontrado que la basura generada por el hombre está en todas partes: desde las playas hasta los fondos marinos más profundos y más remotos. Lugares tan recónditos que ni siquiera se habían explorado hasta entonces. “En muchos casos, estas han sido nuestras primeras visitas. Ha sido sorprendente comprobar que nuestra basura ha llegado allí antes que nosotros”, resume Kerry Howell, de la Universidad de Plymouth (Reino Unido).
En un estudio dado a conocer en PLOS One dan respuesta tratad de dar respuesta a la pregunta de qué podemos hacer, y no vacilan en responder que es imposible limpiar a más de mil metros bajo la superficie del mar, sólo cabe reconocer el desastre, mentalizar a las poblaciones, a las empresas que sólo buscan sus beneficios, a los buques que limpian sus sentinas, los “cementerios” de bidones con residuos nucleares y químicos; y que hacen trasiegos de líquidos letales en alta mar sin cuidarse de sus consecuencias. Esta es la auténtica piratería que los gobiernos de las naciones deberán exterminar porque nos va en ello la subsistencia del planeta Tierra, y de todos nosotros.