actualizado 19 de marzo 2014    
El conflicto en Ucrania y sus consecuencias
La Unión Europea intentó negociar un pacto que daría a Kiev un privilegiado estatus comercial y financiero
Por Gustavo Adolfo Vargas*
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Los orígenes de esta crisis constituyen una compleja amalgama, creando desconfianza de las posiciones simplistas, teniendo como antecedente la larga historia de nacionalismos y movimientos separatistas.

Ucrania, cuyos vínculos geográficos y económicos-culturales con Rusia son tan profundos como complejos, su territorio fue el crisol donde se forjaron los pueblos de Bielorrusia, Rusia y Ucrania.

Causas del actual conflicto, es la expansión militarista estadounidense que jamás abandonó sus obsesiones de la “guerra fría” y la voracidad del capital financiero que pretende consolidar el neoliberalismo en Ucrania.

En 1949, se creó la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Su misión era contrarrestar las fuerzas que la Unión Soviética tenía asentadas en su territorio y en los países de Europa del este. La URSS replicó formando su propio bloque con el Tratado de Varsovia.

La OTAN parecía haber perdido su razón de ser al derrumbarse la URSS; los arsenales nucleares de Estados Unidos y Rusia fueron objeto de varios tratados de reducción de armas estratégicas, y en términos generales, se originó una atmósfera de cierta distensión.

Las corrientes más conservadoras en Estados Unidos aprovecharon la coyuntura para buscar la expansión de la OTAN y desplazar la línea divisoria de la antigua “guerra fría” hasta la frontera con Rusia. No desapareció, sino que cultivó sus estratégicas ambiciones en el otrora espacio soviético durante tal período.

En 1999, Hungría, Polonia y la República Checa ingresaron a la OTAN. En 2004 le siguieron las repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania), además de Eslovenia, Bulgaria y Rumania.

George F. Kennan (experimentado artífice de la política exterior estadounidense) advirtió en 1997 que “la expansión de la OTAN constituía el error más grave de Estados Unidos en la historia de la posguerra”, pero nadie le prestó atención.

En el 2008, George W. Bush propuso que Georgia y Ucrania se convirtieran en miembros de la OTAN, pero sin delimitar la fecha. El conflicto de 2008, entre Rusia y Georgia alertó a los europeos sobre el riesgo de seguir por esta vía, frenando los planes de otorgar a Ucrania un plan de membresía para acceder a la OTAN.

La lectura rusa de todo este proceso fue inmediata: Washington y sus aliados no habían abandonado sus prioridades de la “guerra fría” y su estrategia seguía siendo sitiar Rusia por todos sus flancos.

La Unión Europea intentó negociar un pacto que daría a Kiev un privilegiado estatus comercial y financiero. Bruselas ofreció un trato especial en materia de visas y otros incentivos, sin otorgar la membresía. El tratado incluía cláusulas de contenido militar, que obligarían a Ucrania a seguir lineamientos estratégicos de la OTAN.

El 9 de noviembre de 2013, Putin se reunió secretamente con su homólogo ucranio para firmar un tratado alternativo; además del acceso al mercado ruso, ofreció condonarle parte importante de la deuda y varios miles de millones de euros en créditos.

En 1994 se creó el G7, como centro de poder ideológico, político y económico del mundo (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido), instaurando un foro específico de diálogo con Rusia (G-8). Siendo concebido para neutralizar a Rusia y acabar definitivamente con la bipolaridad del mundo.

El bloque occidental estima que las ex-repúblicas soviéticas, desde el mar Báltico hasta China, son una extensión del espacio oeste-europeo y, por ende, entran en la zona de intervención de la OTAN, perturbando a Moscú.

Por razones geográficas, Rusia necesita estados-tapones amigos o al menos neutrales al oeste de su frontera. Washington le niega el derecho de garantizar su seguridad territorial periférica. Moscú se siente acorralado por países miembros de la OTAN, que sigue fortaleciéndose tras el declive del Pacto de Varsovia.

El exsecretario de Estado de Estados Unidos Henry Kissinger condenó a los políticos occidentales en un artículo para The Washington Post: “Occidente debe entender que para Rusia, Ucrania nunca será simplemente otro país. La historia rusa se origina en Kiev, la cuna de la religión rusa. Durante siglos, Ucrania fue parte de Rusia”, acotó.

Durante los próximos lustros, el conflicto en Ucrania marcará las relaciones internacionales y las percepciones europeas, estadounidenses y rusas, lo cual puede desembocar en una lucha armada de terribles consecuencias.

*Jurista, politólogo y diplomático.

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