Por Alfredo M. Cepero
Si una cosa han demostrado a través de su miserable existencia los depredadores diabólicos de Birán es que son capaces de cualquier perversidad o maniobra con tal de mantenerse en el poder. Proclamaron ser discípulos de Lenin cuando, después de la Invasión de Bahía de Cochinos, necesitaron la protección de Moscú frente a imaginarias o verdaderas amenazas de Washington. De igual forma, en 1940, se habrían aferrado al poder proclamando ser discípulos de Hitler, cuya obra de Mein Kampf fue devorada por el diablo mayor durante sus años de estudiante en el Colegio de Belén. Por ese entonces, ya estaba más interesado en promover su mística de líder predestinado al poder absoluto que en el mensaje redentor de nuestro Señor Jesucristo.
Andando el tiempo, los tiranosaurios cambiaron el adjetivo de "gusanera" por el de "comunidad en el exterior" cuando necesitaron los dólares del exilio para mantener a flote su fracasado proyecto económico. Vendieron el trabajo esclavo de nuestros profesionales y el honor de nuestras mujeres para obtener las divisas que no podían ganar con el trabajo honrado de unos obreros que se negaban a ser esquilmados por sus explotadores. Adularon a un narcisista con delirios de grandeza para robarle a Venezuela el petróleo con el cual superar la crisis desatada por el derrumbe de la Unión Soviética.
Pero la muerte de Chávez ha demostrado ser un traspiés inesperado y de proporciones siderales que podría poner en peligro la continuidad de la tiranía cubana. El "eslabón perdido" que lo ha sucedido es un sujeto tan carente de inteligencia, de carisma y de carácter que ha sido incapaz de crear cohesión entre sus propios apandillados o simpatía en las masas que adoraban al payaso manipulador y carismático de Sabaneta. Es un malandrín dando palos a ciegas contra una juventud que se niega a ser esclava y que no muestra señales de miedo o de cansancio. Maduro es una fruta podrida a punto de caer del árbol carcomido del chavismo y al régimen de La Habana se le acaba la cuerda sin asidero visible ante el abismo que se le avecina.
Por esas ironías de la política y de la vida, la brújula de su supervivencia apunta ahora al polo norte del odiado imperio norteamericano como un último recurso para aferrarse al poder. El barco se hunde pero las ratas se niegan a abandonarlo porque el elixir del poder las ha embriagado a tal punto que son incapaces de percibir el peligro. O quizás prefieran perder la vida antes que perder el poder. De ser así, Dios quiera que pronto se cumplan sus deseos para que los doce millones de cubanos que viven en Cuba y que deambulamos por el mundo logremos de nuevo vivir en armonía en una misma patria.
De pronto, los hilos de una trama siniestra se mueven detrás de las bambalinas. La Subsecretaria de Estado adjunta para América Latina, Roberta Jacobson, se reunió la semana pasada en Washington con la Directora de la División de América del Norte de la Cancillería Cubana, Josefina Vidal. Por su parte, los dos gobiernos expresaron públicamente su interés de normalizar las relaciones en un proceso gradual. Es altamente probable que hayan tocado el candente tema de la situación del subcontratista estadounidense Alan Gross y de los tres espías cubanos condenados en Estados Unidos.
Casi al mismo tiempo, la Cámara de Comercio de Estados Unidos (USCC), uno de los más poderosos grupos de influencia política de ese país, anunció que realizará un viaje de alto nivel este mes a Cuba para explorar las transformaciones económicas emprendidas por Raúl Castro. Y esta gente no son cualquier cosa. Representa nada menos que los intereses de más de 300,000 negocios como socios directos, y de unos tres millones de empresas a través de sus afiliados en cámaras estatales y locales. Como si fuera poco, es el principal bastión de cabildeo en el Congreso, con un presupuesto anual de 136 millones de dólares. Con ese dinero se aseguran muchos votos y se compran muchas conciencias.
Coincidiendo con estas actividades gubernamentales y empresariales aparece de pronto un grupo promotor de la normalización de las relaciones entre Washington y La Habana que responde al nombre de Cuba Now (Cuba Ahora). Su líder es un personaje que responde al nombre de Rick Herrero, de quién se sabe poco y que se ha negado a revelar el origen de los fondos para la campaña mediática. Lo que sí sabemos, según indica el activista cubano Frank Calzón, es que Herrero fue vicedirector del controversial Cuba Study Group(Grupo de Estudios Cubanos) dirigido por el hombre de negocios Carlos Saladrigas.
No creo que queden muchos cubanos que todavía crean en la "casualidad" en los asuntos relacionados con los Castro y con Barack Obama. Son unos animales políticos que todo lo analizan a través del prisma de sus intereses partidistas y personales. Por eso, en este caso, yo definitivamente creo más bien en "causalidad" que en "casualidad". En todo esto hay una obvia relación entre causa y efecto, entre acción y beneficio. Con la normalización de relaciones, Obama complace a los donantes a las campañas del Partido Demócrata que quieren venderle a los Castro, a la izquierda que todavía idealiza a la momia y evita el peligro de una posible invasión demográfica que pudiera perjudicar a los candidatos demócratas en las dos elecciones que se avecinan.
El objetivo de los miembros de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos que le van a reír los malos chistes a Raúl Castro a cambio de pingües ganancias es tan obvio que sería casi un insulto al lector tratar de explicarlo. Como diría Vito Corleone "is only business". Esa gente no entiende de otra cosa. Por otra parte, el objetivo de Saladrigas, Fanjul, Cejas y otros cubanos acaudalados que actúan como ellos pero se mantienen agazapados, es más despreciable porque, en el proceso de satisfacer su avaricia, prolongan la esclavitud de la patria que los vio nacer.
Por otra parte, dentro de esta coyuntura histórica en que se les acaban los cómplices y los padrinos, los más interesado en un arreglo, por oneroso o humillante que éste sea, son los dos esperpentos que se miran en los espejos de Gadafi, de Hussein y de Mubarak . Un abismo del cual nadie los sacará y donde no habrá cárceles ni exilio sino desolación y muerte. Por eso, esta vez se despojarán de su arrogancia tradicional y reducirán sus demandas. Se olvidarán de los espías y canjearán a Gross con tal de que Obama, sin contar con el Congreso, les abra las compuertas del turismo norteamericano.
Ahora bien, llenar el vacío de los 8 millones de dólares diarios (alrededor de 3,000 millones al año) que representa el chorro de petróleo regalado por Maduro no será tarea fácil. Esos turistas norteamericanos tendrían que ser alojados, alimentados y entretenidos. Aun partiendo de una utilidad neta del 50 por ciento, gracias al trabajo esclavo de los cubanos, el régimen necesitaría un ingreso bruto de 16 millones de dólares diarios (6,000 millones en términos anuales) para suplir la interrupción de la ayuda venezolana. Con excepción de México ningún país de la América Hispana ha logrado ese nivel de ingresos por concepto de turismo en ningún momento de su historia.
Termino citando un segmento de mi reciente artículo La Ley de la Trampa Cubana. En el mismo escribí: "Tengo la firme convicción de que esta última trampa de los brujos de Birán terminará en un rotundo fracaso. A pesar de los sueños de Putin, el imperio soviético ya no tiene la capacidad militar ni económica de financiar satélites al otro lado del mundo. Y no hay otra Venezuela ni otro Chávez en América con la capacidad o la disposición de financiar a unos chulos decrépitos camino al cementerio".