La pobreza y la guerra obligan a miles de familias a dejar atrás sus hogares y convertirse en refugiados
Despertarse temprano, preparar la mochila, poner rumbo a la escuela con los nervios a flor de piel después del verano es un sueño para 58 millones de niños. Si no se invierte en ayudas y proyectos de desarrollo, el 43% de estos menores no conocerán nunca un colegio, alerta la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
La pobreza extrema y los conflictos armados impiden a cerca de 30 millones de menores asistir a las aulas. La mitad de los niños sin escolarizar viven en regiones en permanente situación de emergencia. En los conflictos actuales los colegios y escuelas se han convertido en un objetivo de guerra y sus puertas permanecen cerradas, explica Unicef.
“Más de 100 escuelas necesitan rehabilitación tras haber sido utilizadas como refugio para más de 300.000 personas desplazadas durante el conflicto más reciente en Gaza”, señala el organismo. En la República Centroafricana la tercera parte de los colegios han sido incendiados, saqueados u ocupados por grupos armados. En Siria, tres millones de niños -la mitad de la población en edad escolar- no asisten de manera regular a las aulas.
290 escuelas han sido destruidas en Ucrania durante los últimos enfrentamientos. El brote de ébola que afecta de manera especial a Liberia y Sierra Leona ha obligado a clausurar los colegios de educación primaria y secundaria en ambas regiones.
La pobreza y la guerra obligan a miles de familias a dejar atrás sus hogares y convertirse en refugiados. La formación de los más pequeños queda, entonces, desplazada a un segundo plano. Sin embargo, “la educación es vital para los niños que están viviendo situaciones de emergencia”, asegura Josephine Bourne, responsable de los programas internacionales de educación de Unicef.
Preparar la mochila, salir a la pizarra, hacer los deberes o jugar en el patio del colegio son signos de normalidad que ayudan a los niños a olvidar los traumas de una guerra. Pero no sólo se trata de mejorar la vida de estos pequeños, sino de asegurar “la solidez de sus sociedades en un futuro”, apunta Bourne. Sin las destrezas y los conocimientos que aportan la educación “¿cómo puede un niño o un joven reconstruir su vida y su comunidad?”.
A pesar de que los casos más drásticos de privación de educación se concentran en África Subsahariana y en otras zonas en conflicto, millones de niños en España tampoco podrán volver a la escuela este curso. La crisis económica y las sucesivas políticas de austeridad golpean al grupo más vulnerable: la infancia. La pobreza infantil se ha multiplicado. Cerca de dos millones de niños se encuentran bajo el umbral de la pobreza, según informa Ayuda en Acción. “No disponen de una alimentación equilibrada y tienen enormes dificultades para disponer del material adecuado que garantiza una educación de calidad”. El futuro de estos pequeños también se ve cercado.
En número de niños sin escolarizar en el mundo apenas ha descendido desde 2007. Sin embargo, 17 países han conseguido reducir en un 86% el número de pequeños sin acceso a la educación. Aumentar el gasto en educación, suprimir los derechos de matrícula, personalizar los planes de estudio, mejorar la calidad de las clases, facilitar ayudas económicas a familias sin recursos son algunas de las políticas que han permitido a miles de pequeños volver, o pisar por primera vez una escuela. Nepal, Vietnam, Nicaragua, Marruecos o Burundi forman parte del elenco de países que han invertido con éxito en sus sistemas educativos. Todos ellos demuestran que es posible avanzar y mejorar en esta materia.
La educación primaria universal es uno de los objetivos del milenio para 2015. Los recortes en ayudas para la educación impedirán cumplir este objetivo. “No podemos seguir inmóviles ante estos datos. Debemos dar la señal de alarma y recabar la voluntad política necesaria para garantizar que se respete el derecho a la educación de todos los niños”, reclaman desde la Unesco. Invertir en educación, dar la oportunidad a millones de menores de volver a la escuela debería ser una prioridad para cualquier estado. El futuro de estos pequeños está en sus manos.