Racismo y revolución: de Crispus Attucks a Michael Brown
Hay dos cosas que siguen claras: que nunca se sabe qué puede incitar una revolución y que las vidas afroestadounidenses importan
Por Amy Goodman, con la colaboración de Denis Moynihan
El cinco de marzo se conmemora un aniversario importante en Estados Unidos, pero que a menudo pasa desapercibido. Un día de invierno de hace 245 años, en 1770, una multitud enfurecida se reunió en las calles de Boston, en ese entonces la capital de la Provincia de la Bahía de Massachusetts. La gente estaba enardecida por los abusivos impuestos fijados por el Parlamento británico. Para aquietar la furia de la población, los británicos enviaron tropas que reprimieron violentamente a los disconformes. La gente ya había soportado demasiado y, en ese gélido día, la noticia de que un oficial británico había golpeado a un joven con la culata de su rifle corrió rápidamente. Más tarde, cientos de bostonianos se congregaron y abuchearon al pequeño grupo de soldados británicos, que se encontraban formados y con sus mosquetes cargados. Los soldados dispararon a la multitud, matando instantáneamente a Crispus Attucks y a dos personas más. Attucks tenía ascendencia africana y nativo-americana, y se considera la primera muerte de la Revolución Estadounidense. Fue el asesinato indiscriminado de un hombre de color, por parte de agentes armados del Estado, lo que inició la revolución. Y esto nos lleva a Ferguson, Missouri.

El miércoles, el fiscal general de Estados Unidos, Eric Holder, abrió su conferencia de prensa con las siguientes palabras: “Han pasado casi siete meses desde la muerte a balazos del joven de 18 años de edad Michael Brown en Ferguson, Missouri. Ese trágico incidente provocó manifestaciones generalizadas y despertó emociones realmente fuertes en la población del área de Ferguson y del resto del país”. El objetivo de la conferencia era detallar los resultados de dos investigaciones del Departamento de Justicia sobre el asesinato del joven afroestadounidense desarmado por parte del oficial de la policía de Ferguson Darren Wilson. “Los hechos no justifican que se presenten cargos penales contra el oficial Darren Wilson en este caso. La muerte de Michael Brown, si bien fue una tragedia, no implicó una conducta punible por parte del oficial Wilson”. Con esas palabras, el fiscal general saliente enterró toda posibilidad de que se lleve a cabo el juicio penal procurado por las muchas personas que quieren justicia para Michael Brown. Pero la muerte de Brown continúa provocando ondas expansivas, tanto en su comunidad como más allá.

Es importante destacar que el fiscal general Holder pasó a enumerar luego los resultados del segundo estudio, más amplio, titulado “Investigación sobre el Departamento de Policía de Ferguson”. “Las autoridades locales han abordado de forma sistemática la aplicación de la ley no como un medio para la seguridad pública, sino como una fuente de ganancias. [Ferguson es] una comunidad en donde se reveló que las prácticas tanto de la policía como de los tribunales municipales perjudican de forma desproporcionada a los residentes afroestadounidenses. Una comunidad en donde estos perjuicios parecen surgir, al menos en parte, de una discriminación racial, implícita y explícita”. Ferguson es uno de los casi 90 municipios del condado de Saint Louis, en el área suburbana de la ciudad de Saint Louis. Ferguson, como muchas otras ciudades de la región, genera una parte importante del presupuesto anual municipal a partir del cobro de una cantidad sin precedentes de multas por infracciones menores que imponen a la población.

El fiscal general Holder dijo en su conferencia de prensa: “Una vez que el sistema se organizó en función de maximizar los ingresos, a través de la imposición de multas y el cumplimiento del pago de las multas, la ciudad comenzó a utilizar a la policía para servir esencialmente como una agencia de cobro del Tribunal Municipal en lugar de ser una entidad del orden público, centrada principalmente en el mantenimiento y la promoción de la seguridad pública. Entre octubre de 2012 y octubre de 2014 a pesar de representar sólo el 67% de la población, los afroestadounidenses representaron un poco más del 85% de todas las detenciones de tránsito efectuadas por el Departamento de Policía de Ferguson. Entre octubre de 2012 y julio de 2014, 35 personas afroestadounidenses y ninguna persona blanca recibieron cinco o más citaciones por infracciones menores al mismo tiempo. En el mismo período, los afroestadounidenses representaron el 85% de los cargos totales presentados por el Departamento de Policía de Ferguson. Los afroestadounidenses conforman más del 90% de los acusados por una muy discrecional infracción descrita como, y cito, 'Forma de caminar en la calle'. Forma de caminar en la calle”.

Michael-John Voss, abogado administrador de ArchCity Defenders, representa a muchos de los acosados por estas prácticas policiales. Voss me dijo: “Lo que tenemos en Saint Louis, en los municipios del condado de Saint Louis, son modernas cárceles de deudores. Las personas afroestadounidenses son abordadas en forma desproporcionada por la policía en estos municipios y también reciben mayores abusos debido a su incapacidad financiera para pagar ciertas multas y costos relacionados con esas detenciones por cuestiones de tránsito, esas violaciones de tránsito. Entonces lo que pasa es que una persona es forzada a pagar una enorme cantidad de dinero por el cargo que enfrenta y, si no puede pagar, no se realizan investigaciones respecto a su capacidad de pago; se emite una orden de arresto y luego es encarcelada. A veces es por días o incluso semanas”. Las multas se acumulan generando un círculo vicioso, dejando a las víctimas afroestadounidenses, en su mayoría en nivel de pobreza, atrapadas por las deudas.

El informe de cien páginas del Departamento de Justicia incluye numerosos y alarmantes casos de conducta racista por parte de la policía de Ferguson, desde el uso de la palabra despectiva “nigger” durante los arrestos violentos hasta mensajes de correo electrónico con comentarios sobre el presidente Barack Obama y la primera dama Michelle Obama. En un correo electrónico se representa al presidente como un “chimpancé”; otro predice que no va a durar como presidente porque “no hay negro que mantenga un trabajo estable durante cuatro años”. Otros intercambios de correo electrónico revelaron hasta qué punto los ingresos por las infracciones fueron procurados activamente por el gobierno de la ciudad. En un correo electrónico, el jefe de policía de Ferguson, Tom Jackson, se jacta de que “de los informes de ingresos de los 80 tribunales municipales del Condado de Saint Louis, solo ocho, entre ellos Ferguson, recolectan más de un millón de dólares”.

Eric Holder, en la que podría haber sido su última conferencia de prensa antes de dejar el cargo (lo que depende del momento en que la mayoría republicana en el Senado apruebe la designación de quien fue propuesta para sucederlo, Loretta Lynch, que de ser confirmada sería la primera mujer afroestadounidense en ocupar el cargo de fiscal general), anunció que Ferguson y los municipios circundantes quedarán bajo supervisión federal. Tendrán que cambiar, o el Departamento de Justicia los va a demandar para forzar el cambio.

En una entrevista para Democracy Now, Michelle Alexander, profesora de Derecho de la Universidad Estatal de Ohio, autora de “The New Jim Crow: Mass Incarceration in the Age of Colorblindness” (En español: “El Nuevo Jim Crow: el encarcelamiento masivo en la era de ceguera al color de la piel”), afirmó: “Creo que es común hoy en día que la gente diga, sobre todo en el día de Martin Luther King, que hemos avanzado mucho pero aún nos queda un largo camino por recorrer. Creo que los acontecimientos de los últimos meses, así como las sorprendentes tasas de encarcelamiento y la existencia de este estatus de segunda clase permanente que sufren millones de personas demuestran que no estamos en el camino correcto. Es por eso que digo una y otra vez, que no se trata de hacer pequeñas reformas y seguir un plan en la misma dirección. No. Se trata de tener el coraje de replantearnos dónde estamos parados como sociedad, de tener en cuenta tanto nuestra historia como nuestro presente racial, y construir un amplio movimiento arraigado en la conciencia de la dignidad y la humanidad de todos nosotros. No importa quiénes somos, de dónde venimos o lo que podamos haber hecho”.

De Crispus Attucks a Michael Brown, 245 años después, hay dos cosas que siguen claras: que nunca se sabe qué puede incitar una revolución y que las vidas afroestadounidenses importan.




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