Una forma efectiva de conocernos mejor es ver nuestro reflejo ante los ojos de otra persona. Esto es igual de efectivo en términos de los países. Nuestra identidad y entendimiento del lugar al que pertenecemos se fortalece cuando estamos fuera de nuestro Estado, cuando estudiamos otras realidades.
Hace un par de semanas tuve la oportunidad de atender una Conferencia en Beijing, China sobre comercio y finanzas. Sin embargo, debo confesar que el mayor aprendizaje que tuve durante mi tiempo en China no fue en las salas de juntas, sino en las calles de esa enorme ciudad que alberga alrededor de 20.3 millones de habitantes, siendo la segunda ciudad más poblada de China, después de Shanghai (23.7 millones).
Beijing es una gran urbe, donde las grandes avenidas, la vivienda horizontal, las masas de gente caminando por las anchas banquetas son un común denominador. Es una ciudad de contrastes, donde pueden encontrarse grandes centros comerciales, con todas las marcas que se venden en Occidente, así como también pequeños comercios donde solamente hay productos chinos. La globalización ha hecho de Beijing, como en las grandes capitales del mundo, una ciudad donde puede encontrarse de todo, donde las grandes franquicias (Mc Donalds, KFC, Seven Eleven, etc.) han logrado adaptarse al mercado local, para bien o para mal, de forma que Occidente y Oriente conviven en relativa armonía.
Esta armonía era impensable hace tan solo tres décadas, cuando la economía planificada era una de las prioridades del Partido Comunista Chino. No fue sino hasta finales de los 70’s cuando Den Xiaoping, sucesor de Mao, implementó una serie de reformas económicas que dieron pie a la liberalización de la economía China, que cuadruplico su tamaño en tan solo treinta años.
A Xiaoping se le atribuye la polémica frase “la pobreza no es socialismo, la riqueza es la gloria”. Una máxima que rige el sentido del esfuerzo en un país que lidera la lista de las personas más ricas de Asia. Otra controversial frase de este líder chino para defender el pragmatismo del Partido Comunista Chino era: “no importa si el gato es negro o blanco siempre y cuando sea capaz de cazar ratones”, refiriéndose a la dualidad del modelo chino de desarrollo, que combina una doctrina política comunista con una economía orientada al mercado.
La apertura gradual de la economía china, sin un cambio en el sistema político, es considerada por ciertos académicos uno los grandes aciertos del partido comunista chino, una de las instituciones con mayor adaptabilidad en el mundo, ya que se atrajeron grandes inversiones sobre la base de la estabilidad, una cualidad bien apreciada por los capitales extranjeros.
En Beijing puede percibirse que el desarrollo es una mezcla de tiempos donde conviven el pasado, el presente y el futuro. En aquella ciudad aún hay rastros del sistema comunista, donde el Estado alberga un gran volumen de trabajadores, desde gerentes de las empresas públicas, hasta barrenderos que limpian las calles de la ciudad dos veces por día o guardias de seguridad cuya labor es simplemente cuidar las entradas de las universidades o vigilar los puentes peatonales.
Es una ciudad que tiene grandes retos que superar. Desde la contaminación, que motiva a la suspensión de clases o actividades económicas, hasta el inmenso tránsito vehicular y la escasa educación cívica de los automovilistas, que no respetan las señales de tránsito, aumentando la probabilidad de accidentes.
Beijing es una ciudad que ve al futuro con optimismo. Tienen un sistema de transporte subterráneo, más moderno y organizado, incluso que su símil en Melbourne. Lejos de ciertas limitantes nacionalistas o cegueras gubernamentales, hay una clara intención de hacer de Beijín una capital global. Tanto los señalamientos de transito como las estaciones del metro están escritos en carácteres chinos y en alfabeto latino. Las instrucciones del transporte público se dan en chino y en inglés.
Pero la modernización de China no se limita a las mejoras en la infraestructura de transporte de las ciudades, sino también a las innovaciones en cuanto a transacciones económicas. En China el uso del internet como medio para adquirir bienes y servicios es impresionante. Desde comprar ropa o accesorios hasta pedir el almuerzo durante el recreo de la escuela, todo se hace por medio del teléfono celular. Las transacciones por internet son una constante en todos los estratos sociales en China. El ejemplo más claro es Alibaba, la mayor tienda por internet en el mundo, que hace algunos días, durante su “festival de las compras 11/11” vendió la cifra record de 91.2 mil millones de yuanes en 24 horas (14.3 mil millones de dólares americanos), una cifra diez veces superior al Cyber Monday (1.35 mil millones USD), el mayor evento de compras en internet en EE UU…
Twitter: @Nacho_Amador
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