Las nuevas tecnologías han modificado la forma de redactar y presentar las noticias, así como la manera de consumirlas por los lectores, escuchantes o espectadores. Se ha pasado de informarse a través de periódicos o revistas, radio y televisión a hacerlo por Internet y mediante un buen número de dispositivos. Pero también han cambiado las formas que tienen los periodistas de buscar o confirmar noticias.
Se habla mucho de que el papel está condenado a dejar de existir. El ciudadano ya no tiene que esperar a que amanezca para ir a su quiosco y comprar el periódico. Ahora, las ediciones digitales de los periódicos están a un clic del lector, que no tiene ni que moverse de su casa u oficina para saber qué está pasando.
Pero disfrutar de un buen reportaje amplio, de entrevistas a varias páginas, o de extensos e interesantes artículos de opinión es muy complicado desde la pantalla de un ordenador. Aquí es donde el periódico en papel juega con ventaja, ya que permite una lectura más reposada de la información. Quizá, en estos casos, las ediciones digitales puedan ser un avance de lo que contiene la edición impresa, pero sin desvelar lo importante del texto, para que los lectores continúen con su hábito de leer el periódico. La Prensa en papel no es un elemento a extinguir, es un complemento a lo que un periódico ofrece a través de su edición digital. Papel y pantalla se han de complementar.
Las nuevas tecnologías sí han cambiado la forma de edición de las informaciones. Escribir para la edición digital de un periódico obliga a cumplir una serie de normas, como redactar párrafos más cortos, introducir hipervínculos, enlaces a vídeos, escribir de forma más emocional, resumir lo más posible, elaborar informaciones de entre 250-300 palabras.
Aunque siempre es mejor un contacto lo más directo posible con quienes informan al periodista, las nuevas tecnologías han agilizado bastante la elaboración de algunas informaciones. Así, el correo electrónico permite realizar preguntas a personas de interés que estén muy ocupadas y no puedan atender al teléfono o recibir en su despacho unos minutos al redactor, o a aquellas que viven en cualquier lugar del mundo y cuentan con una conexión a Internet y un e-mail. Pero resulta un poco extraño utilizar este medio para entrevistar a una persona que se encuentra en la misma ciudad.
Antes, las ruedas de prensa eran básicas para recopilar información, ahora se han convertido en meras plataformas de lectura del político, deportista, empresario o famoso de turno que, tras el discurso, no admite preguntas. Una rueda de prensa sin preguntas era inaceptable hace unos años; desgraciadamente ahora están a la orden del día.
Este posible abuso tecnológico se empieza a notar cuando la prensa utiliza como fuente informativa más la red social de un político, deportista, de una asociación o empresa, que el contacto directo –personal o telefónico- con ellos. Da la sensación de que el periodista, cuando no localiza a quien le informe de algo, opta por rastrear en su Twitter para ver qué dice.
En la radio también han cambiado ciertas cosas. Las nuevas tecnologías permiten oír los programas preferidos a cualquier hora y en cualquier lugar. El podcast permite que, además, puedan ser compartidos con quienes no pudieron oír el programa el día de su emisión.
Ahora, la radio también tiene imagen en Internet, que lleva al escuchante o quizá “radiovidente” los saludos o las bromas entre el entrevistador y el entrevistado cuando éste entra en el estudio; o cómo se sirven un café mientras en las ondas se escucha el boletín de noticias.
Las nuevas tecnologías también permiten un consumo diferente del medio televisivo. Ya no hay que estar tal día a tal hora para ver un programa, una película, el capítulo de la serie preferida… Internet permite a las diferentes cadenas de Televisión ofrecer sus programas “a la carta”, a cualquier hora y desde cualquier dispositivo móvil o fijo. Ahora se puede ver la Televisión desde cualquier sitio.
Los avances tecnológicos cambian la forma de hacer o recibir información, pero no deben llevar a la desaparición de los medios que, desde hace años, llevan a la sociedad aquello que más le interesa desde el punto de vista informativo, de formación y entretenimiento.
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