Grietas en el techo de cristal
El techo de cristal es una barrera invisible, difícil de traspasar, que impide avanzar a una persona en una profesión
Por Tracy Burton Bravo
Cerca del 60% del total de graduados en la Unión Europea (UE) son mujeres, según un estudio realizado por la Comisión Europea. En España, la cifra asciende al 62%. Sin embargo, los hombres ocupan la mayoría de los puestos de responsabilidad. Cuando la carrera profesional de una mujer se estanca en un momento concreto de su carrera profesional se dice que ha tocado “techo de cristal”.

Además de para ganarse la vida, el trabajo permite participar en sociedad. Esta participación crea en las personas un sentimiento de dignidad y valor. La suma del conocimiento compartido mediante la cooperación entre humanos es uno de los factores que nos ha permitido avanzar a lo largo de la historia. Sin embargo, tanto el valor del trabajo como su vínculo con el progreso se debilitan cuando se dan situaciones de discriminación y violencia. La forma más observable, pero no única, es en función del sexo.

El techo de cristal es una barrera invisible, difícil de traspasar, que impide avanzar a una persona en una profesión. El terminó nació en los años 80 en un informe sobre mujeres ejecutivas publicado en el Wall Street Journal. No corresponde a un obstáculo legal, sino a prejuicios extendidos a la hora de confiar en mujeres o en personas pertenecientes a minorías para ocupar puestos de responsabilidad.

Sólo un 22% de los ejecutivos de alto nivel son mujeres, y la dirección del 32% de los negocios está constituida de manera exclusiva por hombres. Asimismo, ellas ganan de media un 24% menos que ellos por realizar el mismo trabajo.

A pesar de ello, representan un 52% de la fuerza de trabajo. La Comisión Europea incluye en este porcentaje tanto los trabajos pagados como los no remunerados, por ejemplo las labores del hogar o el cuidado de los familiares. Los porcentajes varían según el país, y dependen de la situación económica, social y cultural del mismo.

Cristóbal Torres, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, apunta que la maternidad es uno de los factores que pueden truncar la carrera profesional. No tanto por la conciliación laboral, aunque afirma que también se ha de trabajar en este aspecto, como por el hecho biológico del embarazo, el parto y la crianza. Por otro lado, los hombres tienden más a emprender y a asumir riesgos que las mujeres.

No obstante, Isabel Fernández, rectora de la Universidad Europea de Madrid (UEM), lanza un mensaje de esperanza: “Si analizamos estadísticas que recogen lo que desean las mujeres de la generación millenial, nacidas en las décadas de los 80 y los 90, un porcentaje muy superior al de la generación anterior tiene claro que va a ocupar puestos de responsabilidad”, afirmó.

Aunque aún no se haya alcanzado, en los últimos años se ha progresado mucho en igualdad de género, según el Informe sobre Desarrollo Humano 2015 de la ONU. Las proporciones de ocupación de puestos de responsabilidad entre hombres y mujeres se acercan cada año. El techo de cristal todavía existe, pero se puede afirmar que ya tiene grietas y que está a punto de romperse.

Para poder llegar a cumplir el 5º objetivo de desarrollo sostenible, que es lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas, es necesario que trabajemos todos juntos.

Medidas como las cuotas pueden ayudar a corto plazo pero no solucionan el problema de fondo. En cambio, hay otras que sí pueden lograr que se cumpla el objetivo, como la baja del trabajo por paternidad, que ya está en vigor en muchos países europeos, en Australia y en Nueva Zelanda. En otros como en Austria, República Checa y Polonia los padres pueden escoger quién de los dos aprovecha la baja.

“Yo creo que se cumplen las condiciones: igual que antes, tienen la formación adecuada, pero ahora han dado un paso más en su determinación de desempeñar un papel mucho más relevante en los órganos de decisión. Esto es muy importante para llegar adonde quieres”, concluye la rectora de la UEM.




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