Siembre un árbol, siembra vida. Éste es un eslogan que se ha hecho lugar en nuestra vida diaria. Cada día se pierden más de 20 mil hectáreas de bosques, según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). La solución que se ha implementado para combatir esta situación es la reforestación.
La reforestación no sólo consiste en plantar árboles donde ya no los hay o quedan pocos, sino un proceso que busca también mejorar el ecosistema en su conjunto. Para ello es necesario un estudio medioambiental, ya que no todos los tipos de plantaciones son buenos para el equilibrio ecológico.
Las plantaciones con eucaliptos son una práctica extendida por Asia, India y Latinoamérica. Son árboles de rápido crecimiento y por tanto de rápido beneficio. Las empresas utilizan la demanda creciente de papel y la creación de puestos de trabajo como coartada, a sabiendas de los pésimos efectos que tienen estas especies en el entorno.
Esto supone un impacto medioambiental negativo para el ecosistema. Se esterilizan y acidifican suelos, las reservas de agua subterráneas disminuyen, los ríos se secan y la biodiversidad se reduce. Se provocan daños más graves de los que se pretendían reparar.
Los Agricultores del Níger rehabilitaron unos 5 millones de hectáreas entre el año 1986 y el año 2006. Se sirvieron de técnicas sencillas que no dañan el ecosistema. De este modo, la población hizo del desierto un terreno fértil, y por tanto, una agricultura productiva.
Martin Luther King dijo: “aunque supiera que el mundo se iba a acabar mañana, yo, hoy todavía, no dejaría de plantar un árbol”, desde entonces, el ser humano ha utilizado los árboles como un arma de doble filo. Ha sido capaz de hacer del desierto una zona rica, y de la Amazonia una zona pobre.
Cabe preguntarnos si el ser humano se posicionará en favor del planeta que le vio nacer y de energías renovables para su cuidado, de una correcta reforestación y de un respeto general por del medio. O por el contrario seguirá con las malas prácticas que han causado destrozos en ríos, mares, bosques y océanos.
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