La fatiga emocional es una sensación que las personas experimentamos cuando se repiten con frecuencia situaciones de estrés y presión psicológica en nuestro día a día. Esto nos hace sentir cansancio tanto mental como físico, al mismo tiempo que entramos en un bucle de desgana y hasta mal humor.
No suele ser fácil de reconocer, pues primero se asocia este cansancio a algún problema físico, pero si ya hemos acudido a un médico y nuestra salud fisiológica está en buenas condiciones es hora de replantearse qué nos pasa por dentro. Levantarse y pensar que no tenemos fuerzas para afrontar el día o que “hoy no tengo ganas de ver a nadie” son síntomas de una posible fatiga emocional.
Otras manifestaciones que nos indican que la padecemos son la pérdida del apetito, lo que puede ocasionar anorexia o bulimia cuando se trata de casos muy graves; y la dificultad para conciliar el sueño, ya que es en ese momento en el que nuestra mente repasa todo lo que ha ocurrido en el día y dónde reflexionamos más sobre nuestras preocupaciones. También pueden aparecer contracturas musculares, mareos, palpitaciones o problemas digestivos.
Si reconocemos varios de estos síntomas, debemos aceptar que tenemos fatiga emocional y pensar cómo frenarla poco a poco, la solución está en incluir nuevos hábitos positivos en nuestra vida. El control de nuestra mente es importante ya que los sentimientos son innatos y no se pueden elegir, pero sí podemos hacerlo con la forma en que los gestionamos, así una situación de dificultad podemos verla como una oportunidad en vez de como un problema. También se debe aprender a establecer prioridades, pues no se puede abarcar todo a la vez, establecer una lista de pequeñas metas alcanzables y abordarlas de una en una favorecerá el aumento de la confianza al sentirnos reconfortados cada vez que las consigamos. El saber decir “no”, comunicarnos con sinceridad y expresar nuestras opiniones y emociones son claves para no caer en esta situación.
El simple hecho estar bien hidratados también juega un papel crucial para recuperarnos de la fatiga emocional. El agua es como la gasolina de nuestra mente, beber dos litros al día puede hacernos sentir más serenos. “Yo siempre recomiendo beberse al menos un buen vaso de agua nada más levantarse, ya que al llevar tantas horas durmiendo el cerebro está menos oxigenado, de este modo lo ayudaríamos a despertar de una forma mucho más activa y beneficiosa para el buen funcionamiento de los patrones mentales.” Explica la psicóloga Ciara Molina. Practicar ejercicio físico y descansar de forma correcta también son factores vitales tanto para la salud física como para la mental.
La fatiga emocional puede pasar a segundo plano si aprendemos a valorar lo que nos ofrece la vida y a gestionar con inteligencia las dificultades que se nos puedan presentar. Es cuestión de fortaleza interior.
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