Por Carmen García Mollón
“Tuve una casa, una pareja, una vida… Ahora no tengo trabajo y vivo de la caridad de mis amigos. El sistema te expulsa y hace que te sientas un problema, sólo por no tener dinero”, dice Georgeta Bondila, desempleada desde hace dos años.
Trabajaba como jefa de cocina pero la falta de comensales del restaurante la dejaron en la calle. No tiene ingresos porque se le agotaron las prestaciones por desempleo y las ayudas.
“Desde los servicios sociales me mandan a Cáritas, y allí no dan abasto”, cuenta. Como ella, más del 20% de las personas que viven en España sufren esta situación. A veces parece verse luz al final del túnel: desde enero de 2014 hay 500.000 puestos más al año y un aumento en el número de afiliados a la seguridad social pero son contratos temporales. El sector de servicios, la agricultura y la construcción son los que más empleo han generado.
Son frecuentes las reformas laborales que dificultan la contratación de empleados. Las empresas tienen miedo de contratar por el elevado coste de indemnización que implican aunque en países como Dinamarca la indemnización por despido es cero.
“El marco laboral puede ayudar al cambio de modelo hacia una mayor flexibilidad, si se apoya en un pacto social y contribuye a incorporar a los jóvenes y mujeres”, cuenta Gómez. Las empresas pueden utilizar el contrato en prácticas y de formación para que el número de trabajadores jóvenes aumente. Sin embargo no apuestan por ello porque los sindicatos los consideran precarios; en algunas ocasiones las empresas utilizan este tipo de contratos para que la mano de obra sea más barata y los jóvenes no continúen después en la empresa. Las empresas aprovechan la crisis; menos salario por más trabajo.
“Desde diciembre voy buscando por aquí y allá, y aunque me han llamado para varias entrevistas, las empresas se aprovechan de la crisis y piden una formación de 10 para unos sueldos de 5”, explica Santiago Sojo, informático sin trabajo.
A veces se propone como solución la creación de un contrato único para que exista estabilidad en el país. Esta idea es apoyada por gobiernos socialdemócratas, modernos y reformitas como el de Matteo Renzi. Además de académicos como los cuatro premios Nobel de Economía, Pisarides, Tirole, Kyland y Maskin. Creen que podría servir para reducir la temporalidad y la precariedad en los empleos pero otros no están de acuerdo con este planteamiento; “Se presenta como un contrato fijo con indemnización creciente en función de la antigüedad”, dice Antonio Gutiérrez.
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