“La santificación de la tecnología y el utilitarismo han sumido en el descrédito al saber relacionado con las letras y la filosofía”. Y con las artes… Poco a poco, se busca y se halla información en inglés, se ingenian modalidades comerciales que puedan mejorar el negocio, se manejan colosales arsenales de datos, se consideran las ventajas de seguir “nuevas profesiones”…
Y, sin embargo, el progreso no se consigue con especialistas “digitalmente dirigidos” sino por los que reflexionan, imaginan, inventan. Tomemos nota de lo que me dijo el profesor Hans Krebs en Oxford en 1966 que no me canso de repetir: “Los nuevos conocimientos, los avances científicos, se consiguen viendo lo que otros también pueden ver… y pensando lo que nadie ha pensado”.
Es fundamental, lo sé bien como bioquímico, conocer la realidad en profundidad. Si la conocemos sesgadamente o superficialmente, podremos modificarla sólo de forma epidérmica. Reconocer el pasado, actuar en el presente sin adherencias en las alas y pensar juntos el futuro.
El colosal poder mediático no deja tiempo para pensar, para ser uno mismo, para actuar en virtud de las propias reflexiones. No podemos dejarnos secuestrar por las mismas tecnologías que nos permiten ser ciudadanos del mundo y expresarnos, por primera vez en la historia, sin cortapisas. Cuando podíamos dejar de ser invisibles, anónimos, atemorizados… y ser plenamente “humanos” no podemos permitir que nos “des-humanicen”.
Educación para ser y no para tener. Educación para llevar cada uno el timón de su propia vida. Ya lo advirtió José Luis Sampedro dirigiéndose a los jóvenes: “Tendréis que cambiar de rumbo y de nave”. Muchas de las “naves” actuales están dirigidas desde lejanas instancias de poder… y van convirtiendo a muchos en “acólitos automatizados”, que siguen fielmente las pautas que reciben.
Lo quieran o no los “mercados”, lograremos que, gracias a la filosofía y las enseñanzas artísticas, los seres humanos educados sean, como establece la UNESCO, “libres y responsables”, capaces de ejercer las facultades distintivas de la especie humana: pensar, imaginar, anticiparse, innovar, “crear”. Y, como en el “Ulises” de Lord Tennyson podemos decir, dirigiéndonos a todos, sin excepción: “Venid, amigos, que no es demasiado tarde para construir un mundo nuevo”.
El por-venir está por-hacer, y no serán los “tele-dirigidos” los que lo logren sino los “libres y responsables”.
Otras opiniones