“La gente me mira con miedo por la calle o cuando voy en metro. A veces me pregunto ¿Qué pensarán de mí? ¿Que soy pobre? ¿Un ladrón? ¿Un inculto? y me río por dentro porque no sólo tengo una carrera universitaria sino que hablo cuatro idiomas”, comenta Omar, un joven africano que llegó a España hace unos años en patera.
Más de cinco millones de personas de distintas nacionalidades viven en España según el censo de Población y Viviendas del INE. El año pasado las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad Estado y las policías autonómicas registraron 505 delitos de racismo.
Ciertas actitudes xenófobas se han extendido desde el comienzo de la crisis, ya que entre la población se cree que las personas extranjeras tienen la culpa de la mala situación del país. Se dice que los extranjeros colapsan el sistema sanitario, nos invaden, quitan el trabajo, viven de subvenciones, son delincuentes y aumentan la criminalidad, etc. Estos mitos se expanden con mayor facilidad por el discurso xenófobo de ciertos políticos, el miedo a lo desconocido y el excesivo etnocentrismo que sufrimos en Europa. Este rechazo suele ser también clasista. Cuando un empresario extranjero llega al país es bienvenido y visto con buenos ojos, mientras que si lo hace una persona de clase media- baja entramos en alerta por los prejuicios.
La llegada de refugiados a Europa ha hecho que se despierten recelos y se reaviven los mitos mencionados. El ministro del interior español, Jorge Fernández Díaz, afirmó que entre los refugiados podrían infiltrarse terroristas. Lo que el ministro del interior no tuvo en cuenta es que un terrorista no saltará vallas o cruzará mares, es decir, no pasará calamidades sino que irá directo hacia su objetivo.
El tópico “los extranjeros nos quitan el trabajo” se viene abajo cuando nos apoyamos en datos. Un 32,7% de la población inmigrante está desempleada, mientras que el 26% de los españoles también está en esta misma situación. Además, más del 67% de los inmigrantes contribuyen en el pago de impuestos para sostener el país. Tampoco es real que vivan de subvenciones o que sean delincuentes. Sólo el 10% de ellos recibió ayudas en 2015 y de cada 100 delitos que se dan en España, 26 son realizados por extranjeros.
“El racismo no es otra cosa que el miedo a lo desconocido”. La sociedad tiene que esforzarse para no caer en prejuicios. Para ello, tiene que intentar acercarse y conocer otras culturas. Conocer nuevas formas de vida nos hace más respetuosos, nos abre la mente, nos aporta vivencias…En definitiva, hace que podamos convivir en armonía. Quizá conocer y reconocer otras culturas nos lleve al equilibrio que buscamos para vivir en igualdad. La integración de una persona en sociedad es vital para que esta no se desvíe.
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