Estamos, tal vez, inmersos en una nueva etapa distinta a la que pudo identificarse en los años finales del siglo XVIII, capaz de crear sistemas de organización política, de relaciones humanas y laborales, de principios de justicia y libertad, de desarrollo humano y material. Y, desde luego, hay que revisar lo que se usó como metodología aceptada, además, las formulaciones consideradas, por mucho tiempo, como indudables.
La interpretación histórica contemporánea se ha basado hasta hace bien poco en el principio metodológico no discutible de que la sociedad se había comportado en torno a modelos: absolutismo, burguesía, liberalismo, socialismo, marxismo, socialdemocracia, capitalismo, neocapitalismo, liberalismo, neoliberalismo, tercera vía, tercera vía, etc. Es casi seguro, que en su momento, esos modelos respondieron a la situación histórica, que el socialismo, marxismo, apareció cuando trató de explicar una sociedad en la que mucha gente pasaba hambre y era laboralmente explotada sin derechos ni organizaciones que la defendiesen y cuando sus horas de trabajo suponían una excesiva ganancia capaz de enriquecer escandalosamente a los dueños solamente. Pero es muy cierto que esas explicaciones carecen hoy de sentido.
Es casi seguro que la sociedad de hoy no responde a las pretensiones de ninguno de los modelos citados: ni los proletarios del XIX existen en el mundo occidental, ni la burguesía tal como los tratadistas la han entendido existe, ni existen liberales de manual más allá del mundo académico, ni los Estados son capaces de mantener la socialdemocracia en Estado modélico porque el ciudadano occidental, de hoy, está en una realidad compleja donde sus relaciones de trabajo pueden responder a una situación radicalmente distinta de su situación económica o de sus gustos culturales o de su sentido de pertenencia a un grupo o a un estrato social.
Es común encontrarse, hoy, con personas que se sienten simultáneamente socialistas, marxistas, católicos, protestantes, liberales y conservadores, dependiendo de intereses en sus vidas, con partidos que se dicen socialistas pero que responden a las pautas clásicas de un partido conservador (defendiendo por ejemplo los derechos fundamentales del hombre y del ciudadano) o a partidos que se dicen liberales pero que defienden, por ejemplo, la intervención del Estado en sectores estratégicos o conservadores partidarios de ciertas y determinadas reformas sociales.
Buscamos una explicación a esta nueva fase social. Se puede pensar hoy, en que todos somos “masa” porque todos vivimos pendiente de la imagen, porque todos consumimos marcas y productos globales, porque todos tenemos acceso a informaciones y conocimientos masivos, porque todos estamos inmersos en un nuevo contexto, en una nueva fase, en la que somos el resultado de componentes distintos y de diferentes piezas del mosaico social.
Probablemente ser “masa” ahora signifique algo diferente a lo que durante mucho tiempo atrás se había considerado, como por ejemplo, el honor de pagar impuestos y no sólo el derecho de vivir gratis de los servicios básicos ofrecidos por el Estado; signifique, por ejemplo, la capacidad de decidir individualmente los destinos colectivos y no sólo el derecho a votar a unas u otras alternativas o sindicatos; signifique, por ejemplo, la posibilidad de consumir lo que individualmente uno sea capaz de comprar o tenga el gusto de “comer” y no sólo el derecho a bienes garantizados por el Estado. Pero eso no es en Venezuela ni este régimen es ejemplo de eso. Este régimen se declaro socialista, comunista, contrario, incluso, a cuanto reza en la Constitución vigente y sus dirigentes, bueno, sus dirigentes, ni que decir. Es indudable que estamos ante un individuo distinto, además, callado, casi inexpresivo, hasta cierto punto sumiso, y “agarrando” por debajo de la mesa todo cuanto pueda y mientras pueda y listo para tomar la posición siguiente que le “cuadre” a sus intereses o a su “grupo”. Mas y mejor informado y formado y relacionado. Todo falta de confianza. Parece que la “masa”, tal como se pensaba que era ya no es, en Venezuela, y esta saltando a una nueva fase. Tratemos en lo posible de descubrirla. Y por algo están esas frases en el Himno patrio: “Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzo”… no son de adorno y ojala no pierdan vigencia todavía. Nos queda la esperanza aun. “La verdad en un tiempo es error en otro”, Montesquieu, 1689-1755, Escritor y Político Francés. |