La verdad es la adecuación de lo que se piensa y se dice con la realidad. El conocimiento de la verdad nos exige vivir según la verdad.
Una mujer de la campiña francesa tenía escondido durante la guerra a un comunista chino que trataba de hacerla perder la fe. Usted es un sabio, contestaba ella, usted ha estudiado, yo no sé más que una cosa y es que Jesús nos ha dicho que amemos a los hombres como El los amó. Unos días unos fugitivos, comunistas también, perseguidos por el avance hitleriano, pidieron asilo a esa mujer. Ella les dio su propio cuarto y se fue a dormir al pasillo. Había sacado para ellos toda la ropa de cama que tenía; de madrugada se fueron sigilosamente llevándosela toda. El chino estaba indignado y observaba a la campesina. Esta no había tenido un solo movimiento de cólera. “¡Ah!, dijo el chino, yo me hago católico”. Se hizo sacerdote (Charlas acerca de la Gracia, Cardenal Charles Journet)
La palabra “obedecer” proviene de oboedire. En latín ob-audire y oboedire están relacionados con la raíz hebrea shema, cuyo primer sentido es “escuchar” y el segundo es “obedecer”.
Esta humilde mujer es “de la verdad” y los que son como ella son los que escuchan/obedecen verdaderamente la voz de Cristo.
Ghandi decía respecto al cristianismo “el cristianismo es muy bueno, lástima los cristianos”. Cuando un cristiano no adecua lo piensa y dice con la realidad no es “de la verdad” y no está obedeciendo a Cristo. Como dice San Pablo en la primera carta a los Corintios:
Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles. Si no tengo amor, soy como un pedazo de metal ruidoso; ¡soy como una campana desafinada! Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos. De nada me sirve que mi confianza en Dios sea capaz de mover montañas. Si no tengo amor, de nada me sirve darles a los pobres todo lo que tengo.
De nada me sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás. El que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable. El que ama no es envidioso, ni se cree más que nadie.
No es orgulloso. No es grosero ni egoísta. No se enoja por cualquier cosa. No se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho. No aplaude a los malvados, sino a los que hablan con la verdad.
El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, de soportarlo todo. Sólo el amor vive para siempre. El que ama, busca la verdad (Veritas Prima). |