En las Américas lo usual es que una vez al año el presidente de la república de un extenso discurso a la nación detallando su programa para los siguientes doce meses. Sin embargo, en el Reino Unido el jefe de Estado es un monarca y es ella quien da un breve discurso anual. Este no es redactado por ella ni refleja el 100% de sus opiniones (la reina debe leer el que le ha presentado su primer ministro). Este tampoco es leído ante un congreso de diputados o senadores electos bajo sufragio universal, sino ante la inelecta cámara de los lores (a cuyo recinto se desplazan los parlamentarios electos).
Luego viene el debate entre el jefe del gobierno y el de la oposición y una tanda de preguntas y críticas que debe responder el premier Gordon Brown.
La reina bosquejó 23 de las 28 propuestas de ley que el gobierno laborista quiere implementar. Entre ellas destacan querer hacer que su país sea el líder mundial en la lucha contra la polución ambiental, construir más viviendas y hacer que todos los menores de 18 años estén obligados a seguir en la educación.
Sin embargo, queremos recalcar dos anteproyectos que han de tener especial importancia para las minorías étnicas. Una es que se le da a la policía más poderes en la ‘lucha anti-terrorista’ y la otra es que se ponen más restricciones en la inmigración.
Muchos inmigrantes y latinos andan con cuidado ya que el único ‘terrorista’ muerto por las fuerzas del orden en UK fue el inocente joven brasilero Jean Charles de Menezes y muchos temen que más poderes a la policía puede terminar conllevando a más allanamientos y deportaciones de irregulares.
El gobierno intenta imponer al inglés como obligatorio para todos aquellos que quieran entrar a trabajar a este país o querer tener la residencia. A los que intenten la ciudadanía británica se les ha venido imponiendo fuertes restricciones. Hoy deben pagar 3 a 4 veces más por ella y pasar por exámenes. Ahora se pretende imponer un servicio de trabajo civil.
Lo paradójico es que el gobierno de Brown cree que con estas medidas podrá recobrar la popularidad que los conservadores (tradicionales escépticos a la inmigración y a la Unión Europea) le vienen quitando. Sin embargo, él cree que la mejor forma de combatir a los ‘tories’ es robarles sus propuestas.
El, al querer seguir a sus contrincantes azules en varios temas (incluyendo la hostilidad a los inmigrantes) no hace más que enajenar a muchos de sus tradicionales aliados y soportes. Mientras el laborismo ha venido perdiendo muchos puntos dentro de las minorías étnicas no consigue ganar terreno dentro de la Inglaterra conservadora. Es más, mucha gente se va yendo hacia los conservadores pues cree éstos son más consecuentes que quienes les imitan a medias.
Si las minorías étnicas quieren defender sus derechos y evitar que las nuevas leyes inmigratorias les afecten a ellos, a sus familiares y amigos se requiere una amplia coordinación y acción común entre todos ellos.