Las administraciones centro-izquierdistas de Argentina y Bogotá fueron re-electas. El peronista Frente por la Victoria y el Polo Democrático retuvieron la presidencia argentina y la alcaldía bogotana aunque con una nueva figura al frente. Ambos fenómenos consolidan la ‘marea rosa’ en América Latina.
Argentina y Colombia son las repúblicas hispanas más pobladas de Sudamérica. Mientras en el primer país hubo elecciones generales, en el segundo no se disputó el poder central sino las municipalidades.
Argentina se ha convertido en el primer país del mundo en el cual una primera dama es electa a la presidencia. Cristina y Néstor Kirchner ahora invertirán roles, algo nunca antes visto en la historia de las democracias.
En las elecciones gauchas el segundo puesto quedó en manos de otra centro-izquierdista: Elisa Carrió. Esta es otra primicia a nivel mundial pues por primera dos mujeres terminan como las dos finalistas en unas presidenciales.
En Argentina solo hubo tres candidatos de peso y todos se encontraban entre el centro y la izquierda. Tanto la derecha como los socialistas quedaron debilitados. Esto en sí implica una consolidación del kirchenismo y del consenso en torno a sus propuestas económicas y sociales.
Hace 4 años Kirchner se convirtió en el presidente latinoamericano electo con menos votos (quedó segundo con un quinto del electorado) pero, gracias a que él sacó a su país de una inestabilidad económica y política, él se tornó muy popular.
El proviene del peronismo, la misma fuerza que gobernó todos los noventas a la Argentina bajo Menem. Entonces Menem, de manera similar a su homólogo peruano Fujimori, implantó una política monetarista con privatizaciones y apertura de la economía a la globalización, así como tejió una alianza con sectores duros de las FFAA y a nivel externo se colocó como puntal de Washington.
Sin embargo, Kirchner dio un giro centro-zurdo al peronismo. Esto se ha evidenciado en buscar recuperar la economía argentina mediante una mayor participación estatal y programas sociales, en una política exterior que busca llevarse bien con Venezuela y con EEUU y en una política de derechos humanos donde anuló los indultos de Menem y está persiguiendo funcionarios de la dictadura militar 1976-83.
Kirchner coquetea con Chávez pero no repite sus discursos socialistas, anti-imperialistas o pro-nacionalizaciones. Por otra parte él trata de mantener buenas relaciones con los gobiernos pro-Tratado de Libre Comercio en la región.
Las elecciones argentinas no fueron muy apasionadas. Cristina Kirchner nunca dejó de encabezar ampliamente las encuestas y ella eludió debates y entrevistas buscando evitar el desgaste.
En Bogotá gana Moreno
Por otra parte, Samuel Moreno en la alcaldía bogotana remplaza en el puesto a el sindicalista Luis Eduardo Garzón, miembro del mismo Partido Polo Democrático.
Pese a reclamarse como ‘izquierdista’ el Polo no usa banderas rojas sino ‘amarillas’ (el color que antes los marxistas identificaban con el Vaticano y los ‘traidores’) y se distancia de posiciones radicales o de la guerrilla.
La re-elección centro-zurda en Argentina y Bogotá es un ‘premio’ a que estas administraciones han logrado ‘estabilizar’ sus respectivas zonas y a que han forjado cierta red de clientelismo social. La derecha argentina quedó golpeada (pese a que hace poco menos ganó en la capital) y en Colombia Uribe debe tener que aceptar que su capital siga en manos de sus principales rivales.
El ascenso centro-zurdo en Bogotá tendrá impacto en la mayor guerrilla latinoamericana. A las FARC y al ELN colombianos les muestra la posibilidad de trocar las armas por las urnas. Uribe querrá mostrar dicho ‘anzuelo’ a la subversión a fin que vaya dejando el monte y se reinserte en la ‘legalidad’.
Para la izquierda dura el kirchenismo y el Polo buscan ‘parchar’ al capitalismo con reformas que mutilen una posible explosión social. Para los arquitectos de la transformación liberal latinoamericana en los noventas ambas fuerzas, si bien reconocen y aceptan varias de las reformas monetaristas que ellos impulsan, pueden a largo plazo conducir a nuevas crisis debidos a sus ‘populismos’.