Un día, un señor se despertó temprano como siempre lo hace.
Cuando estaba bajando la escalera para ir a la cocina, tropezó y se pegó en la cabeza con el marco de la puerta.
Su esposa intentó aliviar el dolor y le dio una taza de café, estaba tan caliente que se quemó la lengua.
Se sentó en la mesa a desayunar y puso un par de rodajas de pan en la tostadora. Cuando fue a recogerlas, se dio un corrientazo que le hizo temblar todo el cuerpo.
En ese momento el teléfono sonó. Era de la oficina para decirle que habían sido robados durante la noche y se habían llevado todas las computadoras y varios documentos importantes.
El hombre estaba tan disgustado que se regó el café encima. Como resultado, tenía que subir, lavarse y ponerse ropa limpia.
Decidió que una ducha fría lo tranquilizaría y le ayudaría a recobrar la buena suerte.
¡Entonces pasó lo que faltaba! Al cerrar la puerta corrediza del baño su pene quedó atrapado y grito: ¡AAAAAAAAYYYY!
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