“Otro año más de recordación”, así viví el terremoto de 1972
Historia de un sobreviviente
Por Henry José Briceño Portocarrero, sobreviviente del 72 


1972-2015, a 43 años de la destrucción de nuestra querida Managua.

Fotos reproducción
En memoria de todos los Angelitos de Dios, niñas y niños, que al despuntar una mañana del 23 de diciembre de 1972 se fueron al cielo a causa del terremoto de 1972. Estos Angelitos de Dios son los que cuidan a nuestra querida Capital. Que el Ser Superior los tenga siempre a su lado.

 

He vivido tanto. He sufrido tanto. He gozado tanto. He hecho tanto de tanto. He amado tanto. Me han amado tanto. Aquí estoy mientras tanto.

Managua no ha muerto. Managua vive en mí. En usted. En todos y todas. Managua con sus defectos estructurales sigue viva en el corazón de todos y todas. Viva en la mente de los que le conocieron antes de 1931 y que se han ido amando a su Capital, intacta en la que le conocimos antes de 1972 y que aún conservamos en lo más hondo de nuestro ser sus calles, avenidas, referencias populares, sus personajes; en fin, no podemos olvidar a lo inolvidable.

Managua era y seguirá siendo una ciudad muy bella. Muy hermosa. Muy galana. Decimos algunas veces que Managua es desordenada, que no se sabe dónde inicia menos donde termina pero al final la amamos. Somos fieles amantes. Amantes de la novia del Xolotlán.

 

Señales históricas

 

“Managua se perderá. Un día de estos Managua se va a perder. Ya ocurrió en el pasado” decía la Mama Rosa –Bisabuela- desde su silla abuelita allá en el Jinotepe querido. Los chavalos jamás pusimos oídos a los “cuentos” “leyendas” sobre el terremoto ocurrido un tenebroso 31 de marzo de 1931, un martes Santo, a las diez con veinte y tres minutos de la mañana cuando Managua fue destruida. Jamás le creímos todo el “cuento”.

Los adultos de los años sesenta y setenta del siglo pasado hablaban del terremoto de 1931 como algo infernal. Que Managua significa Mana-agua, un sitio que mana-agua y que por tanto se perderá, que por su posición a orilla del lago la tendencia es que Managua sea inundada, todos los comentarios desembocaban en que la capital nicaragüense estaba destinada a desaparecer. Las historias algunas veces aburrían y nos distraían de nuestros juegos infantiles.

Sin embargo, el comentario era coincidente entre personas adultas de la capital y gente mayor del interior del país. Managua podría perderse. Estamos en el ciclo, Managua podría desaparecer. Así pasó el tiempo sin que los jóvenes del sesenta e inicios del setenta le otorgáramos siquiera el mínimo sesgo de interés a las pláticas de los y las abuelas. Lo cierto es que tanto y tanto abordar el tema y escucharlo, pues, sin duda que mucho sobre la trágica vida de la Managua querida quedó en nuestras mentes.

Managua, antes del sismo de 1931, ya había enfrentado sismos como los sucedidos en 1844 y 1885 con resultados catastróficos. Nuestra Capital ignoraba lo que le deparaba el destino en lo relacionado a terremotos de gran magnitud.

Hace ochenta y cuatro años Managua fue destruida por un terremoto de 5.8 de intensidad en la Escala Richter. 31 de Marzo de 1931, martes Santo, diez con veinte y tres minutos de la mañana. Mil quinientos muertos y más de dos mil heridos. La Capital sucumbió por el fuerte temblor y sus respectivas réplicas, luego el incendio se encargó de hacer lo suyo en materia destructiva.

El sismo destruyó el Palacio de Comunicaciones, los Mercados Central y San Miguel, el Teatro Variedades, la Casa del Águila, templos de Candelaria, San Antonio, San Pedro, la Penitenciaría Nacional. Los edificios que quedaron en pie fueron arruinados por el terremoto. Muchos cadáveres fueron a fosas comunes. La mayoría de estas víctimas no fueron identificadas. En la Penitenciaria murieron muchos marinos norteamericanos veinte y cuatro soldados y casi todos los reos. En los mercados se identificaron 65 cadáveres de mujeres y 17 varones los que fueron recogidos por sus deudos.

Diversas construcciones que quedaron en pie fueron reparadas pero sus entrañas habían sido dañadas considerablemente, debido a esto, 41 años, 8 meses y 23 días después sucumbieron ante otro horroroso terremoto. Aquí vamos…

Nuestra vivencia del terremoto de 1972

 

Discurría Diciembre de 1972 con su frío incomparable. Con su “Gritería”, gofios, gorras, matracas, cohetes, bombas y “carga cerradas”. Misas del Niño Dios, café caliente y atol por las madrugadas, luces decembrinas que alumbraban a la bella Capital.

Las golondrinas-por millares- de la Avenida Roosevelt revoloteaban de alegría frente al Jardín Central, un salón cervecero sin par. Este ultimo vive en la conciencia de los que le visitamos, jamás volveríamos a tomarnos un stain de cerveza acompañado de cebichito en el Jardín Central, entre la intersección de la Calle Quince de Septiembre y la Avenida Roosevelt de nuestra Managua.

El Cine Salazar exhibiendo las películas del momento, la época de Gary Cooper, John Wayne, se disipaba la euforia del Llanero Solitario con su caballo “Plata” y su eterno compañero “Toro”, Roy Róger, sin faltar, por supuesto, la figura inmortal de Johnny Wesmuller el verdadero Tarzán. El cine mejicano hacia de las suyas con Arturo de Córdoba, Roberto Cañedo, Enrique Guzmán, Silvia Pinal, César Costa, los Teen Top, ¿quién no bailó al ritmo de Popotito por esa época?, ¿quién no amó a los Beatles?, ¿Triny López? –Con su Martillo-, Shubby Sheker –con su Twist- Barrabás Power,-grupo español- Music Máster, Los Panzer, Carlos Santana con Chepito Áreas en los timbales entre otros. Inolvidable.

Un comercio atiborrado de consumidores preparándose para la noche buena. Artistas nacionales y extranjeros exhibiendo lo mejor de sí. Managua resplandeciente. Bella. Las luces de navidad y música de diciembre invitaban al jolgorio, al baile, a la alegría. Comenzaban largas vacaciones ese viernes veinte y dos de diciembre de 1972 para retornar al trabajo el siete de enero del año entrante.

Los jóvenes de esa época habíamos salido de la Universidad ese mismo viernes, finalizaba ese veintidós de diciembre el semestre. El Estado había otorgado vacaciones, el sector privado otro tanto. Las fiestas de Navidad en la Managua sonriente e iluminada en toda su plenitud.

Lleno total en cantinas populares como el Chilamate, Guayacán, la Costillita o el Luky Seven, correcto, el que estaba costado nor-oeste del Mercado Bóer. Las platicas recurrentes sobre nuestro Deporte Rey. Nicaragua AMIGA 72 había logrado una odisea poco común: había derrotado a la novena cubana aquel diciembre inolvidable del siglo pasado. Un poco al sur en el Versalles-Centro Nocturno- Marcos Antonio Muñiz nos hacia bailar con su “Escándalo” y en el Rincón Español frente a la vieja Casa del Obrero Luisito Rey-Papá de Luis Miguel- nos estremecía con su tema “Soy como quiero ser”.

 

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