Cerca de 9.000 elementos de las Fuerzas Armadas y del Ejército de Brasil iniciaron ayer un despliegue en Río de Janeiro y su región metropolitana para reforzar la seguridad ante una posible huelga de policías.
Los militares patrullarán Río de Janeiro y las ciudades de Niteroi y Sao Gonzalo, en el área metropolitana, hasta el próximo 22 de febrero, aunque el plazo puede extenderse hasta después del Carnaval.
La tarde del pasado martes era visible la presencia de fusileros navales en los turísticos barrios de Copacabana e Ipanema, así como en varias de las principales vías de comunicación de Río de Janeiro, la segunda mayor ciudad de Brasil.
El arribo de militares a Río de Janeiro se produce tras la petición del gobernador Luiz Fernando Pezao al presidente Michel Temer, luego del acuartelamiento de varios batallones de la Policía Militar en protesta por la congelación de sus salarios y malas condiciones laborales.
“Tenemos protestas aquí, pero eso no ha impedido que los policías trabajen”, aseguró el ministro de Defensa, Raúl Jungmann, en alusión al estado de Espírito Santo, donde una huelga de policías dejó la semana pasada al menos 146 asesinatos.
Las protestas de Espírito Santo se extendieron por otros estados, como Pará, al norte de Brasil, o Río de Janeiro, donde desde la semana pasada esposas de policías militares bloquean los accesos de algunos cuarteles en demanda de mejores condiciones laborales e incremento salarial para sus esposos.
El presidente Temer afirmó la víspera que las Fuerzas Armadas están “listas para restablecer el orden público” en caso de huelgas de policías, y volvió a calificar lo ocurrido en Espírito Santo como una “insurgencia” de los policías militares.