FUNIDES acaba de publicar estimados sobre los inmensos costos económicos que puede tener la prolongación de la crisis. Falta añadirles a estos los costos en vidas humanas. Es grave que se pierdan millones de dólares, pero infinitamente más trágico que se pierdan vidas invaluables que, a diferencia del dinero, son irremplazables.
Usaremos los escenarios contemplados por FUNIDES. En el primero Ortega cede relativamente pronto y el conflicto termina a finales de Julio. En el segundo la crisis se prolonga hasta fin de año. En base a las estadísticas causadas por la represión —actualmente cuatro muertos diarios— para el 31 de julio habrán perecido alrededor de 200 nicaragüenses más, en su mayoría jóvenes, que junto a los 134 contabilizados hasta la fecha, sumarían 334. Los heridos sobrepasarían los 2,000. Si se da el segundo escenario, y se mantiene la misma tasa de muertes, para finales de diciembre habrían perecido 730 nicaragüenses y sido heridos alrededor de 8,000. Imagínese entonces el número de hogares destrozados, de madres enlutadas, de esposas sin maridos e hijos sin padres.
Veamos la economía. En el primer escenario el país perdería 8 millones de dólares diarios, para un total de 404, más la pérdida de 20,000 empleos. En el segundo terminarían perdiéndose US$916 y 150,000 empleos. Pero aquí hay que hacer una advertencia en base a lo que el mismo FUNIDES admite: que este escenario no contempla la posibilidad de una crisis financiera. Es pues, un supuesto optimista.
¿Podría sobrevivir la banca seis meses de esta situación? Muchos economistas piensan que no y prevén que, ante la fuga masiva de depósitos, el gobierno devaluaría la moneda e impondría el “corralito financiero”, apresando los dólares de los ahorrantes. En este escenario el país ya no se contraería en -2% sino en mucho más y el desempleo rebasaría los 300,000. A lo que habría que añadir las cifras de emigrantes que nadie ha calculado pero que podrían ser dantescas.
Los escenarios podrían ser menos o más severos que estas proyecciones. La represión podría disminuir o aumentar. Pero hay dos verdades inescapables: que cada día que pase sin solución tendrá un costo trágico, y que Nicaragua está a centímetros de una debacle abismal y sangrienta. Cuya causa es, nada más y nada menos, la obstinación de una pareja que está demostrando ser capaz de llevar el país entero a la ruina, antes que renunciar al poder. Bastaría que ellos cedieran a las aspiraciones de democratización y elecciones prontas, que hoy exigen unidos obispos, pueblo, estudiantes y empresarios, para que evitemos el abismo y vuelva a brillar la paz. Ojalá reflexionaran o alguna fuerza patriótica los haga reflexionar.