El ministro de las dos islas de Granada que fueron las primeras en recibir el impacto de los catastróficos vientos del huracán Beryl mandó un mensaje simple y contundente a Naciones Unidas y a otras autoridades humanitarias que preguntaron qué era lo que se necesitaba: “Cualquier cosa que permita que un ser humano sobreviva”.
Tevin Andrews, quien se encontraba el viernes en la devastada isla de Carriacou, donde Beryl tocó tierra por primera vez como la tormenta de categoría 4 más temprana en la historia de la temporada de huracanes del Atlántico, también respondió a la pregunta de si había algún lugar plano para que los trabajadores humanitarios instalaran carpas: “Toda la isla quedó plana”.
Simon Springett, el máximo funcionario en materia humanitaria de Naciones Unidas para el este del Caribe y Barbados, quien tomó la llamada de Andrews y transmitió sus declaraciones a corresponsales de Naciones Unidas, dijo que no quería sonar exagerado, “pero las islas fueron drástica y catastróficamente golpeadas”.
Indicó que las intensas lluvias y vientos de Beryl la noche del lunes en Carriacou devastaron plantas desalinizadoras, torres celulares y cableado de fibra óptica, dejaron los caminos intransitables y destruyeron probablemente el 95 % de las viviendas, junto con negocios y actividades generadoras de ingresos.