Esta semana y tras una huelga histórica, los docentes y personal no docente de las escuelas públicas de Virginia Occidental celebraron una victoria que inspiró a educadores de otros estados a tomar medidas para mejorar sus salarios y condiciones laborales. La huelga ilegal de nueve días –la más larga en la historia reciente de Virginia Occidental– puso de relieve otro debate nacional sobre los docentes: el plan del presidente Donald Trump de armar a los maestros con armas de fuego ocultas tras la masacre escolar del Día de San Valentín en Parkland, Florida. Como señaló el superintendente de Escuelas Públicas del Condado de Broward, Robert Runcie, en un evento público organizado por la cadena CNN tras ese tiroteo en masa: “No tenemos que poner armas en manos de los docentes… Tenemos que poner más dinero en sus bolsillos”. Eso es exactamente por lo que los maestros y profesores de Virginia Occidental se declararon en huelga, y por lo que otros docentes, de Inglaterra a Oklahoma, están haciendo lo mismo: organizarse, participar en negociaciones colectivas y, de ser necesario, hacer huelga por un salario digno, beneficios y un sistema educativo debidamente financiado que también sirva a sus estudiantes.
Virginia Occidental es el ejemplo vivo del país de Trump: allí ganó con el 68% de los votos, superando a Hillary Clinton por más de 40 puntos porcentuales. Aun así, el estado montañés tiene una larga historia de activismo sindical militante, que se remonta a las guerras del carbón de principios del siglo XX. Jay O’Neal, profesor de secundaria de Charleston, Virginia Occidental, relató en una entrevista para Democracy Now!: “Casi todos los habitantes de Virginia occidental conocen a alguien que ha estado en huelga: padres, abuelos, amigos, tíos, quien sea. La gente sabe lo que implica estar en huelga”.
La huelga no autorizada, ilegal bajo la ley de Virginia Occidental, involucró a más de 20.000 docentes y 13.000 empleados escolares. A los huelguistas les preocupaba que muchos escolares de Virginia Occidental, de los cuales uno de cada cuatro viven en la pobreza, dependen para alimentarse de las comidas que se brindan en la escuela. O’Neal explicó: “En mi escuela, enviamos a las casas de los niños y niñas unas 70 mochilas llenas de comida. También incluimos volantes con información de las iglesias y centros comunitarios que se iban a organizar para brindarles la comida, porque así es nuestro estado ¿saben? Estamos en un estado de alta pobreza. La mayoría de nuestros niños dependen del desayuno y el almuerzo que se sirven en la escuela”. La escritora Barbara Ehrenreich, conocida por su siempre vigente libro sobre la pobreza en Estados Unidos, “Por cuatro duros. Cómo (no) apañárselas en Estados Unidos” (“Nickel and Dimed: On [Not] Getting By in America”), escribió sobre las mochilas con comida. Sus palabras fueron: “Este es nuestro estado de bienestar distópico: docentes muy mal remunerados que intentan mantener a los niños pobres con vida”.
Tras nueve días de huelga, los docentes ganaron. La Cámara de Delegados y el Senado —ambos controlados por el Partido Republicano— y el gobernador, también republicano, acordaron un aumento del 5% y el congelamiento de los costos del seguro médico, mientras un grupo de trabajo que incluye a docentes y miembros del sindicato trabaja en un plan de financiamiento para este seguro. El aumento del 5% se aplica no solo a los docentes, sino a todos los empleados estatales de Virginia Occidental. El gobernador James Justice también aceptó otra demanda de los huelguistas: prometió no recortar el presupuesto estatal del programa de salud Medicaid para pagar el aumento otorgado.
Desde Pittsburgh, el periodista especializado en temas laborales Mike Elk habló en una entrevista para Democracy Now! sobre el impacto de la huelga en otras partes: “La Federación de Docentes de Pittsburgh votó a favor de ir a la huelga el lunes pasado… Para este miércoles, el distrito escolar ya se había dado por vencido y les dio todo lo que querían”. Los estudiantes de posgrado de la Universidad de Illinois, Urbana-Champaign, están en su segunda semana de huelga. Al otro lado del Atlántico, decenas de miles de profesores y otros trabajadores universitarios están en huelga. Priya Gopal, profesora universitaria de Cambridge, Inglaterra, nos dijo: “Nos sentimos muy alentados al ver que los maestros en huelga de Virginia Occidental publicaron una imagen de sí mismos con un cartel de solidaridad con nuestra lucha… Pienso que ahora hay una suerte de conciencia colectiva en Reino Unido y en Estados Unidos de que estas luchas son contra el deterioro del sector público, contra el deterioro de la idea de la educación como un bien público”.
La huelga de Virginia Occidental inspiró a los maestros de Oklahoma, donde en gran medida los maestros ganan los salarios más bajos de los 50 estados del país. Teresa Danks, una maestra de primaria de Tulsa, fue noticia el año pasado por mendigar en las calles para recaudar dinero para las escuelas. Teresa afirmó en Democracy Now!: “Además de los salarios bajos, el elevado costo de nuestro seguro de salud y todos los demás problemas que ocurren en el aula, los docentes estamos pagando todo de nuestro bolsillo”. Un grupo de Facebook que convoca a una huelga docente estatal en Oklahoma reunió rápidamente 45.000 miembros. La huelga está programada para el 2 de abril. Acciones de lucha similares se están gestando también en Kentucky.
En los próximos meses también habrá varias huelgas estudiantiles en respuesta a la masacre en la secundaria Marjory Stoneman Douglas, en Parkland. Los docentes de todo el país ahora están armados; no como querría el presidente Trump, con armas de fuego ocultas, sino con el poder de la negociación colectiva y la voluntad de luchar por sus derechos.