LA JORNADA

Enmienda marca fin de tiranía mediática

De aprobarse la reelección vía enmienda en Paraguay, algo que según todos los indicios es un hecho, el poder mediático sufrirá su mayor derrota de la transición

Una desproporcionada polémica ha generado en Paraguay, sobre todo en los medios de comunicación del país, la propuesta de reelegir al presidente, enmendando la constitución actual que lo imposibilita. En varias oportunidades las campañas mediáticas han logrado presionar y hacer claudicar al poder de turno en el mismo tema, como sucedió sobre todo bajo los gobiernos de Nicanor Duarte Frutos y Fernando Lugo.

¿Qué buscan los que se oponen de manera tan intransigente a la posibilidad de que un presidente pueda ejercer la primera magistratura durante más de un período?

La clave para comprender un empecinamiento que parece desmesurado la dio hace casi dos siglos Alexis Henri Charles de Clérel, vizconde de Tocqueville, pensador francés hoy considerado precursor de la sociología clásica. De ninguna manera puede decirse que nos remontamos a la obra de un filósofo políticamente radical, dado que provenía de una familia ultramonárquica que se había salvado milagrosamente de la guillotina por el oportuno derrocamiento de Robespierre.

Tocqueville dio testimonio de su vocación democrática oponiéndose al golpe de estado de Luis Napoleón, que acabó con la segunda república francesa y dio paso al Segundo Imperio. Fue uno de los arrestados durante ese golpe.

Mucho antes había obtenido una plaza de magistrado en Versalles en 1827, que abandonó para integrar una misión gubernamental que viajó en 1831 a Estados Unidos, con el objetivo de estudiar el sistema penitenciario norteamericano.

Su estadía en Estados Unidos duró dos años, durante los cuales profundizó en el análisis del sistema socio-político de ese país, al cual describió con grandes aciertos en su libro “La Democracia en América”. La obra de Tocqueville está marcada por su natural desconfianza hacia los revolucionarios y revoluciones, pero sus apreciaciones sobre la naciente democracia norteamericana son tan objetivas como agudas.

Aunque Tocqueville afirmó en su libro que la reelección ilimitada podía tender hacia la degradación moral del pueblo, consideró también que impedir que el jefe del ejecutivo pueda ser reelegido era contrario a la razón.

Observaba también el pensador que observando los asuntos públicos de Estados Unidos, era fácil notar que el deseo de ser reelegido dominaba los pensamientos del presidente, y que toda la política de su administración se dirigía a esa pretensión. Esa idea dominante era lo que impedía el divorcio entre el poder ejecutivo y el pueblo, dado que el jefe de estado debía mantenerse pendiente del clamor popular, de los deseos del pueblo, a los cuales debía plegarse si deseaba ser reelegido.

En el otro extremo tenemos el caso paraguayo, donde un presidente como Horacio Cartes, tras acceder al poder, ya no tiene estímulo para buscar aprobación del pueblo sabiendo que es imposible la reeleccion. Para decirlo en palabras de Tocqueville: “El presidente no reelegible no es independiente del pueblo, dado que sigue siendo responsable de él, pero el favor de los ciudadanos ya no le es tan necesario como para plegarse en todo a sus deseos”.

Es exactamente lo que conviene a la élite empresarial que domina (o dominaba hasta hace poco) los medios de comunicación en Paraguay: Un presidente que no tenga inconvenientes para tomar medidas impopulares, que esté a la cabeza de un gobierno inestable, fácilmente presionable y claudicante ante los intereses de un pequeño círculo de inescrupulosos empresarios, que pueda aprovecharse de la corrupción del estado para acrecentar su patrimonio y el de la élite haciendo concesiones, sin que le importe terminar su mandato reprobado por el pueblo y los críticos.

Teniendo en cuenta este escenario, y las profundas observaciones de Tocqueville, no cabe duda que el triunfo de la Enmienda de la Constitución propuesta bajo el gobierno del actual presidente Horacio Cartes, será una terrible derrota para lo que queda del monopolio mediático.

Ese punto explica la desesperación de los defensores del status quo, que al decir del Nobel de Literatura Bob Dylan, no pueden advertir que las aguas a su alrededor han crecido, y que ya están empapados hasta los huesos.

Es de necios negarse a nadar, para hundirse como una piedra, cuando se hace evidente que los tiempos están cambiando.

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