La incomprensión de la situación real en la escena mundial hace que los países europeos actúen de manera impulsiva, hasta el punto de implicarse en conflictos entre terceros países, mientras que su experiencia bélica es muy poco aplicable a la situación actual, señala un experto ruso
La creencia en el “dogma de la infalibilidad occidental“, establecida desde la Guerra Fría, impide a los países europeos percibir objetivamente las relaciones causa-efecto y aumentan el riesgo de escalada en la escena internacional, opina Fiódor Lukiánov, editor jefe de la revista Russia in Global Affairs y presidente del Consejo ruso para la Política Exterior y de Defensa.
“En tiempos de paz”, los expertos rusos participaban en debates en la Academia Militar de Viena, cuyo público estaba formado en su mayoría por oficiales del Ejército austriaco. A pesar de su cualificación y perspectiva, todos sus conocimientos no tenían aplicación práctica “en la próspera y neutral Austria”, recordó Lukiánov.
En este sentido, mencionó la reciente filtración de una grabación de audio de una conversación entre oficiales alemanes sobre las perspectivas de utilizar misiles Taurus para destruir el puente de Crimea. En su opinión, esta grabación “hace reflexionar sobre la correlación entre las capacidades militares, las habilidades de su uso y la adecuación de la percepción política en la Europa moderna“.
Aunque Rusia conoce desde hace tiempo la implicación de representantes de la OTAN en la planificación militar ucraniana, resultó que los propios militares alemanes, y no solo la cúpula política, “no se muestran incómodos ante la perspectiva y los riesgos de una implicación excesiva en el conflicto”. Según el analista, la falta de comprensión del estado real de las cosas hace que los países europeos actúen de manera impulsiva, hasta el punto de implicarse en conflictos entre terceros países, mientras que su experiencia bélica es muy poco aplicable a la situación actual.
“Los profesionales, que llevan la peor parte de cualquier guerra, no suelen convertirse en sus instigadores: los políticos desempeñan ese papel“, destacó Lukiánov. Los militares suelen acatar las decisiones políticas sin discutirlas. Sin embargo, aquí hablamos de una guerra híbrida y vemos un panorama completamente distinto. Mientras el canciller alemán, Olaf Scholz afirma que no tiene intención de enviar misiles a Ucrania, los militares alemanes, como el resto de la cúpula política, comparten la opinión contraria.
“En medio de la exaltación de los políticos, los militares, como quedó claro gracias a la filtración, no asumen el papel de fuerza disuasoria y racionalizadora, sino que, por el contrario, se sorprenden por la indecisión del jefe del Gobierno”, mientras que no se trata de su propio país, y la implicación en este conflicto acerca la colisión con un país que supone una seria amenaza, señaló Lukiánov.
Así, por un lado, tenemos a las cúpulas políticas alemanas “que consideran el conflicto existencialmente importante, pero no tienen una línea de conducta pensada y actúan más bien impulsivamente“, y por otro lado tenemos a los líderes militares, que están de acuerdo con la naturaleza existencial de lo que está ocurriendo, pero “no tienen un marco claramente delineado para sus acciones” ni suficiente experiencia en acciones político-militares modernas, subrayó el analista.
Tensiones con Rusia suavizan las divisiones internas
También destacó que Rusia ha intentado durante 20 años llamar la atención de EE.UU. y sus aliados occidentales sobre la “lógica de la política internacional“, según la cual “los pasos que dan conllevan a las correspondientes respuestas“, pero todos los esfuerzos han sido ignorados. El resultado fue el estallido del conflicto armado el 24 de febrero de 2022, en el que Occidente sigue tensando la cuerda.
“La participación de los países de la OTAN en el enfrentamiento entre Ucrania y Rusia no ha dejado de aumentar en los últimos 2 años, y se ha renunciado a ella oficialmente con la misma constancia”, sostiene Lukiánov. Atribuye este hecho a la falta de comprensión de los países occidentales sobre la situación real en la escena internacional, las causas y las posibles consecuencias. “La falta de claridad sobre esta cuestión socava todas las posibilidades de desarrollar una línea de conducta meditada, al menos a medio plazo“, opinó.
Ahora Rusia intenta obligar a Occidente a reconsiderar su actitud con la ayuda de la fuerza militar, y empujarlo “a empezar a hablar sobre una disposición diferente del teatro de seguridad europeo”, escribió el analista. Sin embargo, hasta ahora no ha habido una respuesta adecuada y “la retórica en Europa y Estados Unidos sobre lo inaceptable de la victoria de Moscú en general es cada vez más sentida y alarmante“, porque la derrota de un país apoyado por toda la comunidad occidental podría ser un duro golpe para su imagen.
A este respecto, señaló que la creciente incertidumbre en el seno de la comunidad europea está exacerbando las divisiones, por lo que le conviene mantener el grado de tensión con Rusia. “La gobernanza europea preferirá una escalada en la dirección rusa a la distensión”, concluyó.