En las aguas residuales de 88 ciudades de la UE se han detectado residuos de cocaína, MDMA, anfetamina y metanfetamina, así como de ketamina y cannabis
Análisis de las aguas residuales de la Unión Europea han revelado un aumento sin precedentes de la propagación de las drogas en la región. Así lo revela un informe publicado el miércoles por el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT) que abarca 88 ciudades y 24 países del bloque.
Las muestras, recogidas durante una semana entre marzo y mayo de 2023, evidenciaron “patrones geográficos y temporales diferenciados del consumo de drogas en las ciudades europeas”. Aunque las concentraciones de distintas sustancias variaron considerablemente de un lugar a otro, en casi todas las ciudades se encontraron residuos de cocaína, MDMA, anfetamina y metanfetamina, así como de ketamina y cannabis, según el informe.
La droga se extiende por todas partes
En particular, el consumo de cocaína sigue siendo más elevado en las ciudades de Europa occidental y meridional, sobre todo en Bélgica, Países Bajos y España, aunque ha aumentado de forma generalizada. Al mismo tiempo, ciudades de Brasil, Suiza y EE.UU. muestran el mismo nivel fuera de la UE.
“Podemos observar un nivel de consumo de cocaína sin precedentes en todos los países de los que tenemos datos de mediciones a largo plazo”, cita Der Tagesspiegel a João Pedro Matias, analista del OEDT. Los expertos creen que la razón de este aumento fue la reducción de los precios de los narcóticos y su mayor disponibilidad.
Los niveles más altos de anfetamina se registraron en el norte y el este de Europa, concretamente en Suecia, Bélgica, Alemania, Países Bajos y Finlandia. En cuanto a las mayores concentraciones de MDMA, se encontraron en las aguas residuales de ciudades de Bélgica, Francia, Alemania, Países Bajos y España.
De acuerdo con el último ‘Informe europeo sobre drogas’, el estupefaciente más consumido en Europa es el cannabis, que fue consumido por el 8% de los europeos de entre 15 y 64 años durante 2023. Los restos detectados en las aguas residuales indican que el consumo de esta droga fue mayor en ciudades de Europa occidental y meridional, en particular en la República Checa, España, Países Bajos y Eslovenia.