Un partido local lamentó “la total indefensión” del mar, por la inacción “tanto por parte de la Xunta como el Gobierno español”
En algunas playas de Galicia, España, están apareciendo “grandes cantidades” de bolas de plástico dentro de bolsas de unos 25 kilos, lo que ha generado una marea blanca que afecta a la costa de la ría de Muros y Noia, en la provincia de A Coruña.
Aparentemente, los sacos iban a bordo de un buque que perdió parte de su carga el pasado 8 de diciembre frente a la costa norte de Portugal, cerca de Galicia. De hecho, desde el 13 de diciembre se observan estas bolas en las playas, reportó el medio local Nós Diario.
ATENCIÓN XENTE!
Hoxe chegáronnos por Whatsapp estas fotos de Noia Limpa, hai 15 días houbo un grande verquido de pellets (boliñas de plástico) e están chegando estos días as nosas costas, xa falan de Noia, Muros, Ribeira, A Pobra do Caramiñal… pic.twitter.com/QMTAbzBeHm
— ❄️🌲🔥OrgulloGalego #Nadal (@OrgulloGalegoGz) January 4, 2024
La Asociación Noia Limpa indicó que se han recolectado 52 bolsas, pero siguen apareciendo en otras playas gallegas. “No sabemos cómo está la situación en el resto de Galicia”, señaló.
Las bolsas estaban identificadas como estabilizadores de luz UV y debido a su pequeño tamaño y peso ligero, es “casi imposible limpiarlas” una vez que se esparcen por las playas, apuntó la organización. Usuarios de redes sociales han comparado la situación con “un nuevo Prestige”, tragedia que afectó la costa gallega hace más de 20 años.
O dos #pellets de plástico constitue un novo #prestige invisible…
é moi grave pic.twitter.com/ULisPGdeDu— O Xosé Manuel Meijome💎 (@O_Kandpalleiro) January 4, 2024
Por su parte, la bióloga de la cofradía de pescadores de Noia, Liliana Solís, advirtió que muchas criaturas marinas ingieren estas pequeñas bolas de plástico porque piensan que son alimento y al final se les acumulan en el estómago. “Esto puede causarles infecciones o inanición”, alertó citada por elDiario.es.
La respuesta política
El Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico contestó que, para movilizar sus medios, primero la Xunta de Galicia (órgano de gobierno de la comunidad autónoma) tendría que activar su plan territorial y elevarlo a situación de emergencia 2.
En ese sentido, la Asociación para la Defensa Ecológica de Galicia (Adega) exhortó a la Xunta y a la demarcación Costas de Galicia a activar el plan de contingencias por contaminación marina accidental, para retirar urgentemente los millones de microplásticos vertidos en las costas gallegas.
Ribeira, O Son, Noia, Muros, Carnota … Están cargando aos concellos coa limpeza deste desastre e d encargarse dos residuos, sen axudas nin colaboración. Onde están o SEPRONA, o MITECO, Gardacostas d Galiza, a Consellería do Mar …. ON-DE – ES-TÁ – O – GO-BER-NO – GA-LE-GO??? pic.twitter.com/PB9HGmUkPf
— Rosana Pérez Fdez. (@RosanaPerezGZ) January 4, 2024
“Desde Adega lamentamos comprobar una vez más cómo ante nuevos episodios de contaminación marina en nuestras costas, las administraciones públicas siguen mirando para otro lado, ejerciendo un claro descuido de deberes, que pone en entredicho la responsabilidad de proteger y cuidar los ciudadanos de nuevo en manos de los ciudadanos nuestro entorno costero”, dijo.
En la misma línea se expresó el partido Bloque Nacionalista Gallego en X. “Lo que está pasando en la costa gallega […] demuestra lo que siempre denunciamos, la total indefensión de nuestro mar, tanto por parte de la Xunta como el Gobierno español”.
“Nuestro mar no es un vertedero. ¡Ya basta!”, añadieron desde el partido en la red social.
Recuerdo amargo
En 2002, la costa gallega sufrió lo que a la fecha es considerado el peor desastre medioambiental de su historia conocida: el derrame de petróleo del buque Prestige, cuyos efectos se extendieron 2.000 kilómetros a la redonda y alcanzaron los mares de Francia y Portugal.
En su día se criticó ampliamente el manejo de la crisis que adoptara el entonces vicepresidente de Gobierno Mariano Rajoy, que optó por ordenar que el barco se alejara 250 kilómetros costa afuera, con lo que se facilitó la expansión del vertido.
Tuvieron que pasar 16 años para que la justicia española impusiera a algunos de los responsables el pago de 1.500 millones de euros.