Este evento de estrellas fugaces, uno de los más antiguos conocidos, se podrá apreciar en su máximo esplendor entre la noche del 21 de abril y la madrugada del día 22
La lluvia de meteoritos conocida como líridas, visible anualmente y que se prolonga, por lo general, alrededor de dos semanas en abril, tendrá su apogeo en los próximos días.
Según la Sociedad Americana de Meteoritos, la actividad del evento celeste comenzó el 15 de abril y se prolongará hasta el día 29. Sin embargo, se calcula que se podrá apreciar en su máximo esplendor entre la noche del 21 y la madrugada del día 22. La NASA, entretanto, afirma que el pico será el 23 de abril.
Las líridas son conocidas por sus decenas de meteoros rápidos y brillantes iluminando el cielo, con raras oleadas de hasta 100 de ellos por hora. Este año, la agencia espacial estadounidense espera unos 18 por hora, viajando a 47 kilómetros por segundo.
Si bien no tienden a dejar trenes persistentes —resplandor que a veces deja un meteorito después de que su rastro se haya desvanecido—, pueden producir ocasionalmente un excepcional brillo, conocido en astronomía como ‘bolas de fuego’.
¿Fáciles o difíciles de ver?
Esta lluvia se observa mejor en el hemisferio norte durante las horas oscuras, es decir, entre la medianoche y antes del amanecer. No se requiere equipo especial y los meteoritos se verán más brillantes en las noches sin nubes y en luna menguante.
Infortunadamente, en esta ocasión el fenómeno coincidirá con que la Luna estará cerca del pico de su plenilunio (96 %), cuando alcanza su mayor brillantez. Esta condición hará que el cielo esté más luminoso y que las estrellas fugaces de las líridas sean complicadas de detectar y no puedan revelar su espectacularidad. Por este motivo, el mejor momento para verlas será justo antes del amanecer del próximo lunes, cuando la luna esté en su punto más bajo.
La lluvia de meteoritos de las líridas es una de las más antiguas conocidas y se produce cada año, cuando la Tierra se acerca a la zona de desechos dejados por el cometa Thatcher (C/1861 G1), que se queman al entrar en contacto con la atmósfera terrestre. Su nombre proviene del hecho de que el punto en el cielo del que parecen provenir las líridas está cerca de la constelación de Lyra.