Se cree que podría evocar escenas de los años 50, cuando más de un millón de migrantes mexicanos ilegales fueron deportados bajo el presidente Eisenhower
De ganar las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos, Donald Trump querrá movilizar a los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), el FBI, la Administración de Control de Drogas (DEA), fiscales federales, la Guardia Nacional e incluso agentes del orden estatales y locales para efectuar las deportaciones de migrantes indocumentados, comentó a Axios una fuente familiarizada con el asunto.
Entre los blancos del exmandatario estarían los patrocinadores de menores que cruzaron la frontera sin sus padres, detalló la fuente. Se trata de las personas a las que las autoridades entregan a los niños migrantes. Suelen ser sus familiares, algunos de ellos sin estatus legal.
Las deportaciones por vía rápida, actualmente aplicadas a quienes fueron aprehendidos cerca de la frontera que cruzaron, se ampliarían a cualquier persona que ingresó en el país ilegalmente y no pudo demostrar que había vivido en EE.UU. durante más de dos años.
El riesgo de deportación también lo correrían los migrantes cuya protección ante una deportación rápida se vence pronto: cientos de miles de personas fueron admitidas bajo un programa de Biden que garantiza protección durante dos años.
El deseo de Trump de endurecer el control migratorio en suelo estadounidense nunca ha sido ningún secreto. Hace poco alabó la “gran deportación masiva” emprendida por el expresidente Dwight Eisenhower, cuando más de un millón de mexicanos indocumentados fueron expulsados en los años 1950 en lo que llegó a ser la operación de deportación más grande en la historia de EE.UU.
Durante un evento de campaña el mes pasado, Trump declaró que los migrantes indocumentados “están envenenando la sangre” del país.
Si bien las ambiciones del aspirante a la presidencia de EE.UU. para acabar con la inmigración ilegal de una vez por todas no parecen desvanecerse y el exmandatario dispondría de una variedad de herramientas para deportar a millones de personas cada año, desde medidas legislativas hasta fondos militares y agentes de todos los niveles de Gobierno, no queda claro si podría llevar a cabo su plan.
Pese a las promesas similares en el pasado, los niveles de deportación bajo su mandato no llegaron a alcanzar los de su predecesor demócrata Barack Obama, y ahora Trump enfrentaría también la oposición de los estados demócratas y grupos bien organizados de defensores de los derechos de los latinos.
Además, el plan de Trump supone enormes costes humanos para las familias, las economías de las comunidades locales y empresas que contratan a indocumentados para generar ingresos utilizando la mano de obra barata.