Fortunatus, el delegado del Papa Francisco, se despide de Nicaragua con el corazón rebosante de amor. Como su apellido nigeriano es difícil de pronunciar en las comunidades lo llamaban simplemente Fortunatus, con afecto y cariño compartido.
Misión cumplida, dijo, el más joven de los Jefes de Protocolo que han venido a Nicaragua. Pontífice significa, puente, y es lo que hizo, al abrir puentes de la Iglesia con el gobierno. Asimismo con las instituciones y los gobiernos locales. Y el puente mayor del Papa, el gobierno y el pueblo.
“Me gusta recordar que la despedida es una cosa normal de nuestra vida. La despedida es la separación. Yo digo que nuestra vida es un proceso, es un camino de separaciones y abrazos”, indicó Fortunatus, en la antesala de una homilía.
“Saludo al pueblo nicaragüense, nuestros católicos, todas aquellas personas que me han acogido. En primer lugar los Obispos, al Gobierno, con sus instituciones. Todos los que han colaborado conmigo en mi trabajo; varios amigos del sector privado”, manifestó el religioso.
Su arribo al país fue el 18 de febrero de 2013. Recordó que un periodista italiano publicó que lo enviaban a Nicaragua en condición de “castigado” pero al pisar suelo nicaragüense y en pocos meses al compartir cosas maravillosas pensé, si esto es un castigo solo puede ser de amor. Nicaragua es un país abierto y acogedor, agregó.
Finalmente compartió a la prensa que las grandezas y similitudes entre Nigeria y Nicaragua son Francamente sorprendentes.