El presidente Barack Obama anunció el miércoles durante una breve rueda de prensa en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca que el acuerdo mundial para enfrentar el cambio climático, el Acuerdo de París, había obtenido suficientes firmas para entrar en vigor. “Esto nos da la mejor oportunidad posible para salvar el único planeta que tenemos”, dijo Obama. En ese mismo momento, a unos 2.000 kilómetros al sur, según informaba el sitio de meteorología Weather Underground, el Huracán Matthew se “reorganizaba” y “fortalecía” mientras surcaba las costas de las Bahamas, tras haber azotado Haití y Cuba. Millones de personas a lo largo de la costa este de Florida y muchas más en Carolina del Sur aseguraban las puertas de sus hogares y comenzaban la evacuación. La furia de la naturaleza seguía su curso, indiferente a las iniciativas diplomáticas tendientes a apaciguarla.
El Acuerdo de París es una clara muestra de los límites de la diplomacia. Frente a una amenaza mundial de proporciones prácticamente inimaginables, lo mejor que los países del mundo pudieron lograr fue un acuerdo voluntario. En un intento por limitar el aumento de la temperatura promedio del planeta en 1,5º Celsius sobre los niveles anteriores a la era industrial, o en su defecto, limitar ese aumento a 2º Celsius, el acuerdo contempla un sistema de seguimiento y evaluación por parte de todos los países. Según dijo Obama: “[Esto] ayudará a otros países a reducir sus peligrosas emisiones de carbono progresivamente y establecerá límites más ambiciosos a medida que se vayan produciendo avances tecnológicos, todo en el marco de un fuerte sistema de transparencia que permite a cada país evaluar el progreso de todos los demás países”.
La semana pasada, Robert Watson, expresidente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático galardonado con el Premio Nobel, y un grupo de científicos especialistas en cambio climático, dieron a conocer un trabajo titulado “La Verdad sobre el Cambio Climático”. Los científicos sostienen que las “actuales promesas… están lejos de ser suficientes para colocar al mundo camino a alcanzar el objetivo de 2º Celsius” y agregan que “es casi un hecho que ya se ha fracasado respecto al objetivo de un aumento acotado a 1,5º Celsius por la falta de acción para detener el incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial en los últimos veinte años”.
¿Cuáles son las consecuencias de este rápido calentamiento del planeta? Sus graves efectos se pueden observar en todas partes. Watson y sus colegas escriben: “El cambio climático está ocurriendo ahora y mucho más rápido de lo que se preveía. La prueba es el aumento de lo que la mayor parte del mundo experimenta como eventos climáticos inusuales, tales como cambios en los patrones de lluvias que llevan a inundaciones o sequías, tormentas más intensas, olas de calor e incendios forestales, entre otros ejemplos cotidianos”. Sin embargo, no es solo de los desastres naturales de lo que debemos preocuparnos. Son muchos los que vinculan las raíces de la guerra civil en Siria, en parte, a una persistente sequía registrada en ese país. Científicos de la Universidad de California en Berkeley, por otra parte, concluyeron que “las tendencias al calentamiento registradas desde 1980 elevaron el riesgo de conflicto en África en un 11%”.
El activista contra el cambio climático Bill McKibben escribió para la revista The New Republic un artículo titulado: “Un mundo en guerra: Estamos siendo atacados por el cambio climático y nuestra única esperanza es movilizarnos como lo hicimos en la Segunda Guerra Mundial”. McKibben es cofundador de la organización 350.org, que lleva ese nombre por la concentración de dióxido de carbono, en partes por millón, que muchos consideran como el máximo nivel seguro. El año pasado, según informó el Observatorio de Mauna Loa, “el promedio anual de concentración de dióxido de carbono fue de 400,8 [ppm], un nuevo récord y un nuevo hito”.
McKibben sostuvo en el noticiero de “Democracy Now!”: “Si uno considera la forma en que Estados Unidos se movilizó durante la Segunda Guerra Mundial, el poder industrial que desarrollamos, y luego hacemos los cálculos, está lejos de nuestras posibilidades que en el breve tiempo del que disponemos podamos construir suficientes paneles solares y turbinas de viento. Pero se va a necesitar el mismo tipo de concentración de esfuerzos”.
Tras el debate vicepresidencial del martes, May Boeve, directora ejecutiva de 350.org, expresó: “Una vez más, el moderador del debate de esta noche falló en lo que respecta al cambio climático. El silencio es otra forma de negación y las cadenas de televisión están perjudicando a la población al ignorar el problema, en especial cuando existen diferencias tan claras entre los candidatos”.
Su planteo no podía ser más oportuno. El debate vicepresidencial tuvo lugar en Virginia, vecino de los estados del sureste estadounidense cuyos gobernadores estaban declarando el estado de emergencia con motivo del pasaje del Huracán Matthew por la región. Annie Leonard, directora ejecutiva de Greenpeace Estados Unidos, sostuvo: “Si bien Donald Trump ha captado toda la atención respecto a la negación del cambio climático, el gobernador Mike Pence también es culpable de intentar refutar los hallazgos de la ciencia respecto al cambio climático”. Leonard continuó diciendo: “Desde negarse a implementar el Plan de Energía No Contaminante como gobernador de Indiana hasta afirmar que el calentamiento global es un mito, los agresivos ataques contra la ciencia del gobernador Pence deberían permanecer muy lejos de la Casa Blanca. Una combinación de Trump y Pence resultaría catastrófica para este país y para el papel fundamental que tiene a la hora de generar avances sobre el cambio climático a nivel mundial”.
El artículo de Robert Watson empieza con una cita de Albert Einstein: “No podemos resolver nuestros problemas usando el mismo tipo de pensamiento con el que se crearon”. El cambio climático es real y está empeorando. Lo que hay que dejar fuera de debate es que debería ser un tema central de la campaña de cara a las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos.