A la víspera del segundo debate presidencial, la inmensa expectación en el electorado se concentra en ver si Trump debatirá contra Trump o contra su oponente.
Después de la arrolladora victoria de Hillary Clinton en el primer debate, quedó claro que el Trump refinado, que lee un telepromter para mostrarse presidenciable es destruido por el Trump rudo, que en twitter dice lo que su infinito ego le anima, sin consideración a demostrar bajeza al ofender a quien le critique como fue el caso con Alicia Machado, ex Miss Universo a las tres de la mañana, hecho para nada presidenciable.
Las encuestas de esta semana demuestran que la victoria de Clinton fue absoluta con un cambio en el electorado, abandonando el surgimiento de Trump e inclinándose nuevamente hacia ella, recuperando así su liderato en los estados claves de Florida y Carolina del Norte, así como acortar la ventaja de Trump en Ohio.
Hillary Clinton puede estar a la víspera de asegurar su triunfo electoral, si en este segundo debate logra capitalizar ante la audiencia los detalles sobre la pérdida de un billón de dólares en negocios que Trump sufrió en pleno apogeo económico a mediados de los noventas, la falta de pago de impuestos federales por dieciocho años y la mala imagen de la fundación Trump, la cual el magnate ha usado para desviar el dinero colectado en campañas políticas, negocios propios e incluso la compra de un retrato de él mismo.
Durante el debate de candidatos a la Vicepresidencia, el republicano Mike Pence, fue muy efectivo en debatir las debilidades y faltas de Hillary Clinton, su victoria en el debate contra Tim Kaine se debió a su pauta serena, preparación para debatir y concentración a mantenerse en los puntos políticos y no perder el control. Todo lo contrario a Donald Trump en el primer debate.
Trump está encaminado a atacar el carácter de la candidata demócrata sobre la Fundación Clinton, los correos electrónicos borrados, el conflicto en Irak y el terrorismo internacional por el cual culpa a la ex secretaria de estado. Sin embargo, esa estrategia está ya muy usada y no existe probabilidad que eso le haga ganar el debate y así repuntar en las encuestas.
El voto independiente es el que ambos candidatos necesitan para ganar la elección, y según las encuestas la mayoría de este sector del electorado está inclinando su preferencia de voto hacia Clinton, dejando a Trump con muy poco del electorado para ganar la presidencia. La oposición política que Trump enfrenta en el mismo partido republicano aunado a sus errores políticos hace que a un mes de la elección, las posibilidades presidenciales del candidato se extingan.
Es imposible pensar que después de más de un año de conocer la verdadera personalidad del magnate y su mensaje político, un segundo debate presidencial vaya a cambiar lo que el electorado ha mostrado esta semana como tendencia para elegir a la primera mujer presidente de este país.
Mientras Trump hace campaña sin parar en los estados claves, Clinton se prepara para el debate en el cual espera dar el estacazo final a su contrincante. Una nueva derrota de Trump dejaría por completo allanado el camino presidencial de Hillary Clinton, a menos que un escándalo de último minuto cambie lo que parece ser ya una elección decidida.
Es muy fácil imaginar que si la carrera presidencial republicana no hubiera sido una guerra de Trump vs. Trump, este partido estaría a punto de recuperar la Casa Blanca, sin embargo, y desafortunadamente para los miembros del GOP, los dos Trumps – el del telepromter y el de twitter – se han zancadilleado así mismos y destruido las aspiraciones para regresar a dominar la política en Washington DC.
@waltermongecruz
Presidente Comisión Cívica Democrática