Una fuente cercana a la familia señaló que la estrella de la WWE era plenamente consciente de que estaba muy debilitado en sus últimas semanas de vida.

Durante sus últimas semanas de vida, Hulk Hogan enfrentó un deterioro físico notable mientras permanecía en su mansión de Clearwater, Florida. En ese tiempo, el luchador decidió enfocarse en sanar viejas heridas personales.
Una fuente cercana a la familia declaró que el exluchador “sabía que tenía un corazón muy débil” y que sus días estaban contados. “Sufría de dificultad para respirar, se cansaba fácilmente, había perdido mucho peso y estaba con oxígeno”, detalló la fuente a Daily Mail, describiendo un cuadro de salud cada vez más delicado. A pesar de ello, Hogan se mantenía en casa, rodeado de sus seres más cercanos.
Según la misma fuente, el luchador, cuyo verdadero nombre era Terry Bollea, dedicó sus últimos días a reconectar con familiares distanciados y resolver asuntos pendientes.
“Tenía muchas cuentas pendientes. No quería dejar nada en el tintero”, afirmó, señalando que estaba en paz con su decisión de enfrentar el final con dignidad y sin rencores. Personas allegadas indicaron que esos momentos fueron íntimos, emocionales y marcados por el deseo de reconciliación.
En contraste con su verdadero estado, semanas antes de su muerte su esposa Sky había negado públicamente rumores sobre un posible coma, afirmando que Hogan se estaba recuperando de una cirugía cervical importante y que su corazón estaba “fuerte”. Sin embargo, en la mañana del jueves los servicios de emergencia acudieron a su domicilio tras una llamada por una crisis cardíaca. Fue trasladado al Hospital Morton Plant, donde fue declarado muerto a los 71 años.